... Había pasado unas malas semanas, tanto desde el punto de vista de trabajo como personal. En el trabajo, la llegada de un nuevo jefe desde la Península y una discusión familiar me habían puesto con la moral muy por los suelos. Cada día era peor que el anterior y el levantarse cada día para ir al trabajo era un suplicio.
Así que a media semana, mientras estaba leyendo el periódico en "El Barraquito", vi un anuncio que comentaba entre otras cosas, que el sendero para subir al Teide se había arreglado en esas mismas fechas así como el Refugio de excursionistas.
Leí que era muy utilizado por turistas que visitaban la isla sobre, todo alemanes, nórdicos y peninsulares. De pronto una luz se encendió en mi cerebro... increíble ya que normalmente lo tengo apagado... jaja.
"Pepo, por que no subes al Teide que nunca lo has hecho, y así te distraes un rato y te oxigenas... ",
Y dicho y hecho, cuando salí de trabajar, bajé por la Autopista camino del centro comercial deportivo más grande de la zona. Allí me dejé asesorar por una muy amable dependienta, en la sección de montaña. Según ponía su chapa sobre su pecho derecho, se llamaba Atenea...
Empezamos por que me recomendara unas botas. me recomendó unas de caña alta para evitar o en la medida de lo posible mitigar las posibles consecuencias de una molesta y traicionera torcedura de tobillo.
Seguimos por un pantalón y una camisa que mezclaba la ligereza del tejido con la impermeabilidad y con buena transpiración. Una buena chaqueta, de la marca Quechua a juego con la camisa y los pantalones. Unas gafas de montaña con cristales anti reflejo de color azul, un gorrito de lana con colores que asemejaban los sueter de colores utilizados en Noruega, unos guantes ligeros pero que protegían del frío y además dejaban suficiente movilidad para los dedos una vez puestos. Un palo con articulación microscópica para ayudar a caminar... a una barrita de cacao para los labios, una cantimplora, una luz alógena para llevar en la cabeza, así como una linterna que hacía las veces de linterna y de foco, una mochila de espalda de color fucsia, para darle un tono de color al equipo y por si me caía se me viera fácil, acompañado de unas muñequeras reflectantes ... y ya tenía casi lo imprescindible para la caminata.
Mientras compraba, y me dejaba asesorar por Atenea, entre bota y bota, y gorro y gorro, me fijaba en ella. Era una chica morena de unos treinta y poco años, se la veía fibrada, con la piel de su cara morena por los rayos de sol, un pecho mediano perfectamente situado, unos labios carnosos sin maquillar, los ojos verdes grandes vivarachos, iluminaban el centro comercial.
Durante la casi hora que estuvimos juntos, mi cabeza imaginaba a Atenea subiendo una de las rocas que me decía que subía haciendo escalada, con sudor en su frente, sus músculos tensos mientras se sostenía solamente con sus dedos en la roca, mientras decía... "Pepo sube a por mi".
Cuando ya casi habíamos finalizado me dijo... " Y esto para que lo vas a utilizar... ", le dije para subir al Teide y quedarme en el Refugio. "Bien eso es una buena idea, se pasan buenos momentos y es una subida fantástica, y con unas vistas impresionantes... con unos amigos se pasa estupendamente... ". "Seguro que sí pero yo voy a ir sólo, voy el viernes y los amigos trabajan, y necesito relajarme y desestresarme de varias cosas"... "Sólo... el viernes????, pues mira tengo el viernes y el sábado libre... ya somos dos".
Continuará