Hace unos días conocí en otra web a una chica extranjera que vive en el sur de la isla. Nos intercambiamos los teléfonos y nos vimos por fotos. Ella era una mujer menuda, morena, risueña, de grandes pechos y gran atractivo.
Unos días después tuve que bajar, por trabajo, al sur y aprovechamos para quedar a comer. Quedamos en un pequeño restaurante que, como después supe, estaba cerca de su casa. La primera impresión fue mejor de lo que esperaba, las fotos no le hacían justicia.
La comida fue muy agradable, las risas y confidencias se iban produciendo... y su pie rozó mi pierna, en un principio pensé que había sido algo causal, pero su pie fue subiendo y bajando mientras ella me miraba con esos ojos que me invitaban a su cama.
Pagué la cuenta y me invitó a un café a su casa... mientras abría la puerta de su casa me arrimé por detrás, la abracé y le empecé a morder el cuello.
Nada más entrar nos fundimos en un beso húmedo y salvaje, de esos que das cuando el mundo se acaba. Le desabrochaba los botones de la blusa, mientras ellas hacía lo mismo con los de mi pantalón, quedando libre sus enormes pechos al mismo tiempo que mi dura polla. Ella se puso de rodillas frente a mi, haciendo que la punta de mi polla tocara su garganta. Su mamada era salvaje, lamia desde mis huevos hasta la punta de mi polla, escupiéndola y sin dejar de mirarme con esos ojos verde salvaje que tanto me ponían.
La levanté para poder disfrutar de esos grandes pechos, blancos en comparación el el resto de su cuerpo moreno al sol, con pezones rosados, casi virginales. Mis manos se dirigieron suavemente por debajo de su falda hasta retirar su tanga de encaje y que mis dedos hicieran una primera aproximación por su húmedo sexo.
Sin quitarle la falda la hice girarse sobre una mesa, saqué un condón y mi polla se introdujo lentamente en su coño lubricada... pero me faltaba algo, la senté sobre la mesa y empecé a comerle el coñito hasta que sus piernas se cerraron alrededor de mi cabeza mientras gritaba de placer.
Sin moverla de la mesa, la volvía penetrar mientras sus piernas me rodeaban y nuestras lenguas iniciaban una lucha de poder en nuestras bocas.
Tras corrernos, me quitó el condón y dejó limpita mi polla con su boca.
Ese fue nuestro primer encuentro, pero me ha prometido que esta semana vendrá a hacerme una visita a mi oficina.