Llegó a mi casa. Era pequeñita, en contra de lo que dicta la anatomía de los cuerpos de raza negra. Tenía unos ojos pequeñitos y unos labios increíblemente carnosos, que no debajan de sonreír. Lo cierto es que no presumía de pecho, pero lo compensaba con un muy buen culo. Quien se haya leído mi perfil sabrá que mi debilidad es la piel negra, y sus atributos, y aquel culo era uno de ellos.
Cuando fuimos a la cama ella me detuvo. Me dijo que tenía un hijo, yo me encogí de hombros y le dije que no había problema. Nunca entendí por qué decidió decirme aquello en aquel momento. Nos desvestimos y mientras me puse el condón disfruté de su rizado pubis. se la metí con gusto ya que era una chica delgada, pero carnosa. Tenía uno de estos coños que, por la forma de la pelvis, parece que está más adelantado que muchos otros. Así que fue sencillo metersela aún con sus piernas sin abrir. Me eché sobre ella y le agarré de la cabeza. Me di cuenta que algo no andaba bien. Resultó ser que usaba peluca, y tiempo más tarde sabría que las chicas negras suelen usarla dado que su pelo no es muy obediente. Me impactó un poco ver una chica "quitándose el pelo", pero pelillos a la mar, y seguimos a lo nuestro.
La sorpresa vino cuando se dio la vuelta. Uno de los culos más hermosos que he podido probar estaba allí delante de mí, dispuesto a ser perforado violentamente. A cuatro, me eché hacia delante sobre ella, le agarré de los hombros pasando mis brazos por debajo de los suyos, y empecé a darle duramente, lo cual se volvió un gran placer dado que toda la carne que conformaba aquel culo amortiguaba mi violencia.
Disfrute de aquellos labios mordiéndolos con picardía, disfrute de toda su piel, de su coño jugoso y sobre todo de aquel culo. Ella disfrutó de un buen miembro blanco que la controlaba y la extasiaba.
Nos vimos unas cuantas veces más algunos meses, luego despareció sin dejar rastro. Pero en mi memoria dejó un inolvidable recuerdo sexual.