El secreto de Marta

El secreto de Marta

Gracias por la "cena", y dos iconos de flamencas, ponía en aquel whatsap...  

Marta y yo terminamos la noche anterior paseando por el embarcadero después del concierto.
Recuedo haberle dicho que estaba especialmente guapa aquella noche. Llevaba su camiseta de los Guns and Roses a la que había arrancado las mangas y unos short muy cortitos bastante provocativos. Aunque tomamos unas cuantas copas, estoy seguro que le dije que estaba guapa. Durante el concierto le cogí la mano, le mire a los ojos y se lo dije.
A veces, no se sabe por qué, pero las palabras más simples, una forma de mirarse, en un instante, y sin preverlo, pueden provocar el más ardiente deseo.
Y algo había despertado aquel simple detalle en Marta esa noche.
Tenía unos pequeños ojos negros que me gustaba como brillaban cuando la hacia reír con mis tonterías, y aquella noche le brillaban todo el rato. 
A la salida fue cuando realmente me sorprendió. Entre tanta gente, llevó su mano a mi pantalón y me susurró al oído: - quiero chupartela. 
Aquello me tomó por sorpresa, notė su perfume, su piel morena y suave, su cariñosa mano acariciandome y tuve una erección casi instantánea, estoy seguro de que notó como mi poya crecía bajo su mano, me miró con aquellos oscuros y titilantes ojitos, me cogió de la mano y nos largamos. 


Paseabamos por el embarcadero y Marta parecía una adolescente, bailaba dando vueltas y reía. Me recree en su cuerpo, era pequeñita, delgada, con la piel tersa y muy morena, de pelo muy rizado. Éramos amigos desde hacía tiempo, pero no sospechaba lo que me iba a confesar. Se acercó, me besó y me acarició suavemente con las uñas bajo la camiseta, puso sus labios en mi oreja y de nuevo en un susurro me dijo: -tengo que confesarte algo...  
Se mordió un poquito el labio y dijo:
-  No sabes cómo me encanta comerme un buen rabo.
Me quedé sin aliento, exclamé, "uff!! 
Me confesó que le daba un poco de vergüenza, pero que realmente le gustaba muchísimo  mamar una buena poya hasta hacerla explotar en su boca. "Me hace sentir poderosa", dijo, "sentir como vuelvo loco de placer a un tio con mi boquita, ver cómo reacciona... Se que es algo que os encanta a todos"
Me contó que en su época de universitaria quedaba con tíos por internet solo por el placer de hacerles una buena mamada.
Llegamos al final del paseo entre confesiones, abrazos, besos,  y secretos al oido. En aquel lugar, sólo la tenue luz de la última farola del paseo era testigo del morboso momento. Marta me besó. Sus besos eran apasionados y no podía dejar de pensar en su boquita, en su  lengua húmeda, en sus labios suaves.
Marta se arrodilló y comenzó a desabrochar mi pantalón con cierta brusquedad. La dejé hacer. 
Bajo mis slips se adivinaba la forma de mi poya hinchada, se me había mojado un poquito el calzoncillo justo en la punta del pene. Marta agarró el elástico de los slips con las dos manos y me los bajó de un golpe. Mi poya saltó de un respingo escapando de su encierro. Puso sus manos en mis nalgas y atrapó mi poya con su boca.
Enseguida noté que aquella mujer era toda una experta. Me lamía el falo de arriba abajo y luego con la boca abierta se metía todo el capullo en la boca. Lo apretaba entre sus labios y luego bajaba la cabeza poco a poco, disfrutando como mi polla entraba milímetro a milímetro dentro de su boca. Yo estaba completamente en éxtasis. No creía poder aguantar mucho más sin Correrme. Toda la noche con aquella erección había hecho que, de pura excitación, comenzara a sentir un ligero dolor en mis testículos. Notaba como Marta me observaba con detalle mientras se trabajaba bien esa poya. Parecía medir mis reacciones y de alguna manera supe que estaba disfrutando mucho con aquello. No habían pasado dos minutos cuando, de repente, Marta cogió mis pelotas desde abajo con su mano, y me pajeó rápidamente con la otra mientras me miraba a los ojos. A mi se me escapó un gemido. Con su boca abierta, sacando la lengua me miró y simplemente asintió con la cabeza, como si me diera su aprobación. Sobraban las palabras. Mantuvo el ritmo con su mano y colocó su lengua bajo mi capullo. Entonces exploté. La leche brotaba por impulsos y en cada uno de ellos un placer indescriptible. Marta siguió pajeandome hasta vaciar toda mi leche. En ese momento, lejos de conformarse, agarró mi pene desde la base y presionando con su pulgar subió hasta la punta  para extraer hasta la última gota de leche. Acto seguido se metió el capullo en la boca y succionó con fuerza. sentí un pequeño espasmo. una mezcla de dolor e intenso placer que me hacía querer retirar el pene de su boca. Ella puso sus manos en mis nalgas y me empujó ligeramente trayendo mi poya hacia si, y volvió a chuparla con fuerza. Siguió chupando chupando, como si quisiera prolongar el momento de aquel climax. Mi poya aun seguía muy hinchada. Marta me había hecho una mamada magistral. De las que no se olvidan fácilmente. De las que pasas deseando encontrar el resto de tu vida. 
A la mañana siguiente recibí aquel whatsap y no dudé un segundo en reponder...
"Quieres el desayuno?"

Los relatos son fictícios aunque suelen intercalar pizcas de momentos reales. Los Nombres y los lugares son fictícios y cualquier coincidencia se debería a una casualidad. Gracias por leerlos. Si lo has disfrutado dale al like o deja un comentario. Un saludo

Publicado por: elreymono
Publicado: 12/06/2016 16:32
Visto (veces): 340
Comentarios: 1
A 4 personas les gusta este blog
Comentarios (1)

lois-y-peter | 18/06/2016 10:04

Muchas gracias por compartir con nosotros tu pieza. Enhorabuena y como puedes observar, no solo le doy al "Me gusta", sino que ademas te dejo un comentario.

Nuestra web sólo usa cookies técnicas para el correcto funcionamiento de la web. Más información