Me dirigía al gimnasio en coche cuando vi una caravana de tráfico en esa zona que no era normal, había un control policial, me llamó la atención la hora (6 de la tarde), el lugar (sitio poco transitado), y la fuerza de seguridad que era, pensaba que no tenían competencia en ese sitio.
Como siempre unos coches pasan y otros toca parar, ¿qué me tocó a mí? Efectivamente... ¡Premio! Un agente de unos los 40 años y con cara de no estar para bromas. Enseguida empezó: Pare el motor, documentación, abra el maletero, etc. Hubo un cruce de miradas en el que los dos nos calamos rápido. En el maletero llevaba la mochila del gimnasio, me hizo sacar toda la ropa, el gel, desodorante etc. ¿Qué lleva en el bolsillo lateral? Un calzoncillo limpio para cambiarme, no me gusta llevarlo con el resto de las cosas, ¿se lo muestro? respondí, a ver si así le daba pie.
Ábralo y sáquelo por favor, respondió muy educadamente y en un tono más amable. Así lo hice, era un slip deportivo muy ajustado que me marca bastante el paquete, lo cogió y lo abrió con la complicidad de nuestras miradas. Son muy cómodos y puestos quedan muy bien, le dije mientras él se mantenía callado y lo dejaba medio apartado para que no le viesen sus compañeros. Comprobó que la mochila no tenía doble fondo. Me dijo que me podía ir.
No suelo ser una persona lanzada y menos en una situación como esa, pero no sé porqué lo hice y dije: hoy no sabía si ir al gym o irme o tomar unas cañas, así que mañana iré al centro comercial sobre las 6 a tomar una caña, es un sitio que me gusta, él no dijo nada. Si quiso pillarlo, lo pilló.
Al día siguiente me encontraba en el centro comercial, le vi aparecer puntual, él me reconoció porque yo casi ni me di cuenta cuando me saludó. Nos dimos la mano, hablamos un poco con una caña, se le veía más cordial y relajado. Me propuso irme a su casa que estaba cerca, dejamos claras las condiciones sobre la discreción que ambos buscábamos, todo de buen rollito. Al llegar empezamos a morrearnos mientras me preguntaba que qué me gustaba. Le respondí: después de lo de ayer me gustaría lo que ya te puedes imaginar y que seguro nadie nadie te lo habrá pedido jamás. Soltó una carcajada y me dijo: espera... Reconozco que me encontraba muy nervioso.
Estaba ya esperándole en calzoncillos y con la camisa desabrochada cuando entra en escena con unas botas de motorista, un top y suspensorio de cuero, una visera y todos los accesorios policiales (no eran de verdad). Me quitó la camisa y me esposó con cuidado a la cama. Yo me dejé llevar, me quitó el slip con los dientes y comenzó a restregar su piel con el cuero contra mi cuerpo en plan divertido, no fetichista; gotitas de su sudor caían sobre mi cuerpo lo que aún me excitaba más, nunca me había visto en una igual a esta. Poco a poco se había desnudado, me había quitado las esposas de pega diciéndome como me las podía quitar yo.
Comenzamos a besarnos y a meternos mano. Tenía los genitales rasurados con una polla gruesa y circuncidada que enseguida me llevé a la boca, mientras él me metía mano, después cambiamos el rol. Cuando ya estábamos más sueltos le tumbé en la cama boca abajo y comencé a restregar mi polla húmeda entre sus nalgas hasta que casi se corre. Me puse un condón y le fui penetrando poco a poco mientras se masturbaba. Cuando me faltaba poco para correrme me la sacó, me quitó el condón y juntó nuestras pollas para masturbarlas juntas, nos corrimos prácticamente a la vez, soltó un chorro enorme de leche como he visto muy pocas veces. Nos limpiamos, le di las gracias y cuando me iba a ir me dijo entre risas: me debes un gayumbo como el que me enseñaste ayer, me pusiste a 100. Me acompañó hasta la calle y nos despedimos.
discr-tfe | 14/05/2017 17:40
Gracias a ti. Un saludo.