Cada tarde llego al mismo lugar y no puedo evitar esperar a la misma hora, me siento en la terraza y pido un café mientras miro a mi alrededor... pasan las mismas cosas... el reloj marca la hora señalada cuando las agujas llegan a su destino, suena la campana que anuncia el comienzo de la misa en la iglesia de la plaza lo que me dice que aún estoy a tiempo de ver...
Cada tarde llego al mismo lugar, no puedo evitar dejar de ir a sentarme en el mismo lugar donde te espero, donde mi imaginación te acompaña hasta nuestro encuentro efímero, silencioso y pasajero, donde tu aroma me embriaga y me deja hipnotizado, embaucado, emborrachado de deseo...
Cada tarde llego al mismo lugar y no puedo evitar esperar tu regreso, ni mirar como desciendes del auto, con esa elegancia que te caracteriza, con esa dulzura de piernas blancas que, por algún extraño motivo nunca escondes bajo los vaqueros... siempre con falda o con vestido hasta las rodillas... interminables piernas...
Andas despistada por estos lugares mirando aquí y allá, deteniendo el paso en algún escaparate para ver las novedades. En cada huella que dejas en los adoquines de la calle, se ven reflejados la frescura de tu cara, la dulzura en cada suspiro y como una brisa primaveral, tu pelo suelto deja al viento colarse entre los cabellos en busca de algún pensamiento que me acerque más a ti...
Las hojas de los árboles que corretean por el suelo jugando entre las farolas, van a tu encuentro y con él, mis pensamientos más lujuriosos al descubrirse tu alma de mujer, al descubrirse con el viento la sencillez de nuestros deseos más instintivos y primitivos. El viento, que camina entre las hojas, muestra mi sorpresa, mueve tu falda, descubre tu interior... y me quedo observando tontamente ese baile de sedas que envuelve mi lujuria, tu lejanía...
Y cuando pasas a mi lado, al intentar asomarme al balcón de la pasión, descubro el abismo de tus deseos, descubro que no hay mayor desvarío que entrar en las profundidades de tu ser... que no encuentro las palabras que describan con precisión, el vertiginoso encuentro de pensamientos de mi mente cuando rosados besos sorprenden mis ojos enzarzados entre tus piernas... y te vuelves...
Me sonroja pensar ser descubierto y no puedo esquivar la mirada... he sido cautivo de tu aroma... soy prisionero de tu cuerpo y no deseo otra cosa que estar atrapado, abrazado por tus piernas... abordado por el calor... por la mirada... por el deseo... por la pasion... abrumado por los rios de tu lujuria fluyendo por mis sentidos... por mi pasion descontrolada.
Nunca consigo observarte al completo pues siempre me parece un instante. Me quedaría toda la noche allí sentado para ver si vuelves tras los pasos de la tarde otra vez... tantas huellas en la acera... un café que se enfría, unas hojas jugando con tu falda... una mirada fugaz...
Cada tarde llego al mismo lugar y no puedo evitar el recuerdo del instante en que te vas doblando la esquina... sin antes volver a mirarme y darme una sonrisa cómplice...