Tras unos minutos en los que ella no se podía ni mover, se incorporó y tiró de mi pantalón para abajo saltando mi miembro como un resorte. Ver su labios carnosos abrirse para introducir en su boca mi glande, hizo que mi excitación endureciese muchísimo más mi aparato. El roce de su labios con mi piel, sentir la humedad de su boca y su lengua recorriendo en su extensión mi falo, trajo como consecuencia que mi boca no pudiese permanecer cerrada por más tiempo y exhalara un gemido como pocas veces había hecho.
Por otra parte, él se puso a mi lado para que ella jugase con ambas mientras cada uno tocásemos uno de sus pechos. Sus pezones estaban durísimos y se notaba que aquella situación aceleraba su ritmo porque su cabeza cada vez se movía más rápido. A continuación, ella se incorporó y tomó el mando de la situación, cosa que me encantó (sentirme dominado por ella es algo que me gusta mucho). Sentó a su pareja en el marco del portabultos, me situó detrás suya y me llevo mis manos a sus senos los cuales acaricié mientras besaba su cuello suavemente. Mi boca quería saborear cada poro de su piel mientras él nos miraba. Ella apoyó su cabeza en mi hombro derecho y desde ahí oía sus gemidos y sus palabras pidiéndome más.
En un momento determinado, con mis manos abrí sus piernas y pasé mis dedos corazón e índice por sus ingles de arriba a abajo uniéndolos justo antes de su ano y volviendo a subir, pero esta vez por sus labios hasta su clítoris. Mi falo, muy duro, rozaba su trasero deseoso de introducirse en su vagina, la cual emanaba calor de una manera muy acentuada.
Ella mientras masturbaba a su chico que no tardó en correrse y echar una buena cantidad de semen. Ese hecho hizo que ella se lanzara a limpiarle su sable y dejárselo sin gota del líquido blanquecino.
Tras haber quedado él fuera de juego, momentáneamente, ella se sentó al lado de él y abrió sus piernas y con una vez dulce a la par que morbosa, me dijo... FÓLLAME!. Es una lástima que no pudiese describir exactamente cómo era su mirada al decirme esto.
Ante tal petición, no pude más que avanzar hacia ella y colocar mi glande entre sus labios, previa colocación de un condón. Agarrándomela con mi mano derecha por la zona más baja, rocé sus labios y golpeé su clítoris suavemente. Ello le produjo mucha excitación hasta tal punto que sus siguientes palabras... FÓLLAME CABRÓN! Vinieron acompañadas de una mirada lasciva y morbosa.
La penetración fue suave y profunda, con un movimiento circular una vez entró en toda su extensión. Las manos agarraban sus caderas mientras mi boca buscaba sus pezones con los que jugué cuan niño pequeño mama el pecho de su mamá. La lubricación de ella, perdón, su inmensísima lubricación hizo que la penetración pudiese coger mayor ritmo sin miedo a causarle daño. El sonido del golpeo de mis caderas contra ella era como escuchar música celestial acompañada de su fina voz pidiéndome más. Su pareja, una vez recuperado de la eyaculación, volvió a unirse tumbándola en el maletero e introduciendo su verga en la boca de ella.
En ese instante, mis penetraciones eran más rápidas e intensas y esta situación le creó mucho placer e hizo que volviera a tener otro orgasmo intenso.
Tras este segundo orgasmo, su recuperación fue algo más larga y quiso recibir mi eyaculación tras practicarme un buen sexo oral. Producto de ello, no tarde en terminar sobre su cara dejándola impregnada de mi líquido seminal.
Como final de “fiesta” sacaron de una nevera de playa unas cervezas y estuvimos charlando un buen rato. A día de hoy, lo mejor de esta experiencia es que somos buenos amigos y tenemos una amistad sincera.