Otra playa roja

Otra playa roja

15 minutos desde el párquing, pasando entre velas y cometas a la izquierda y la imponente Montaña Roja a la derecha, con su fila de guiris hacia arriba incluida, que parecen hormigas. ¿Qué hay en la calita de arena? mierda, la marea está alta. ¿tomo el camino de Bocinegro, a ver qué se cuece en la cueva? Para qué, no podré bajar.

Venga, a seguir caminando por la costa, a ver qué tal están los corrallitos... dos chicas con el perrito comecoños, un pescador... venga; un último paseo y a coger sol sobre la arena.


¡Llego y no hay nadie! ¿Será por que es martes? ¿por la marea? ¿porque el sitio está tan trillado que nadie viene ya? Pero hay pisadas, alguien viene de vez en cuando. A ver... bocadillo, manzana, manises, botella de agua, tabaco, libro y un par de condones, que no se sabe nunca. Con esto y un poco de buen tiempo, se pasa uno un día del 11.
Así que un ratito al sol, un rato en el agua, otro ratito al sol, otro dormitando a la sombra y oigo voces. Una chica de algo menos de 40, bastante guapa, con buenas formas y su chico cincuentón, alto y delgado; parecen guiris. Buenos días, hola. Se ponen en el medio de la playita, retirados hacia atrás. Yo ya me instalo donde les pueda ver mientras sigo con mi ritual de baño, libro, sol, siesta.
Pues sí, parece que también tienen calor: se besan, se acarician; ella empieza a masturbarle pero como que no, con timidez, sin saber muy bien si soy la compañía adecuada; yo me levanto, me pongo donde me vean y también me toco con timidez, sin estar seguro de para qué llegaron ellos hasta allí.
Mierda de indecisión.
Llega alguien más.
Un pibe bien entrado en la treintena, hola, ¿qué pasó? Él sí sabe por qué llegaron aquellos hasta allí, él no se toca con timidez: una vez se da cuenta de que se acarician, él se pone bien a la vista y se toca una paja. Ellos siguen, yo sigo apartado. Él se acerca un poco más y ella sigue masturbando a su chico; el pibe se acerca un poco más y ella le mira sin dejar de acariciar a su chico. Han establecido contacto y yo ahí delante ni me enteré.
El pibe no se va a parar ahí, así que yo tampoco; nos vamos acercando más; él acaricia una pierna de la chica mientras todos seguimos tocándonos y ellos se dicen cosas en francés: ¿todo va bien? ¿seguimos? ella confirma y empieza a agitarse, mientras todos seguimos con nuestras manos por aquí y por allá.
En un momento ella está besando a su chico mientras tiene cada mano en cada una de las pollas de los dos felices invitados, nosotros ya empezamos a acariciar sus pechos rotundos, su coño depilado con la tirita de pelo corto. ¡Qué ganitas de comerlo y este cabrón no lo suelta! La chica se decide por el pibe y se lanza a comerle la polla. Ahora ya no para de una polla a la otra, y yo, como un primerizo, como un adolescente, como un ignorante que soy, como un pringado, ¡voy y me corro, apartándome para no manchar las toallas.
Nos reímos todos, pero ahora ya está claro quién será el caballo ganador: mientras siguen tocándose y yo también, el pibe le dice a la chica ¿quieres follar? Ella no entiende. Yo traduzco. Ella pregunta a su chico qué le parece. Él le dice "no estamos ya muy lejos, ¿no?". ¡Y yo traduzco para el otro!
Y vinieron sin un puto condón, ni el uno ni los otros. Esperad, que yo tengo. Se lo traigo y se ponen a follar como si no hubiera mañana; el cabrón del semental, para quien no es la primera vez en la playa como le pasa a otro que no quiero nombrar, coge un ritmo tranquilo, disfrutando del momento; la chica mientras besa a su chico como dos enamorados que son, mirándose a los ojos, diciéndose palabras de amor, disfrutando del sol y de las embestidas del que ya es mi enemigo preferido.
Y se corren, se corren los tres; el pibe el primero y la pareja inmediatamente al mismo tiempo, con una explosión de semen en la boca de ella y espasmos y gritos de la piba que se debían oír desde lo alto de la Montaña.
Estuvo bien, gracias; gracias, estuvo bien.
El pibe se marcha en seguida y los demás empezamos a recoger; yo recojo el condón que el enemigo dejó tirado en la arena y volvemos la pareja y yo juntos caminando, hablando de Tenerife, de la playa, de que terminan ya sus vacaciones, de que quizá algún día vuelvan.

Sigo yendo de vez en cuando: ya no volveré a tener la misma oportunidad, pero la playita de arena roja debajo de la Montaña también Roja es una visita obligada cuando vuelvo por Tenerife.

Publicado por: echeide4ever
Publicado: 16/11/2017 22:04
Visto (veces): 790
Comentarios: 3
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Comentarios (3)

hetmiron | 24/12/2017 14:34

real como la vida misma... estas calas del sur tienen muchas historias que contar sobre todo aquellas no masificadas de mirones pesados son la gloria

chasnerossur | 17/11/2017 23:36

un relato muy real. esa playita roja sabe mucho... si pudiera escribir, se haría millonaria vendiendo relatos.

gricelia | 17/11/2017 17:21

Muy morboso el relato, la oportunidad te encuentra o se busca, buen detalle ese de no dejar nada atrás. Gracias por cuidar la playa . Personas como tú vale la pena tropezar. Un abrazo.

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