PARTE 1 de 2
Aparco el coche en una calle cercana, no demasiado transitada. Tras dejar el ticket de la zona azul en un sitio visible, con la cara impresa hacia arriba (ya había tenido que reclamar alguna multa que otra al quedárseme el dichoso papelito boca abajo) me echo a caminar hacia la cafetería. No tardo mucho en llegar, y dado que ellos son la única pareja, no tengo pérdida.
Nos presentamos, y hablamos. Bueno, más bien hablo. Los nervios al vernos por primera vez me vuelven especialmente parlanchina. Tras un buen rato hablando un poco de todo y un poco de nada, nos despedimos con sendos besos. Me han encantado, y cuando me envían un mensaje, confirmo que la impresión es mutua.
El gran día ha llegado. Aparco no demasiado lejos del hotel, pero al dar a dos calles, me despisto un poco. Toni me guía a través del WhatsApp, y finalmente llego sin mayor incidencia a la recepción. Tras saludar con un “buenas tardes” al recepcionista, me dirijo a la habitación 307. El corazón me palpita con fuerza, aún sin haberme quitado una sola prenda.
Cuando entro en la habitación veo que me llevan algo de delantera. Ellos están aquí desde hace ya un rato, y desde luego que no se han aburrido en lo que esperaban. Toni viste únicamente unos boxer azul marino, mientras que el conjunto blanco nacarado de Inma remarca el tono dorado de su piel. No me dejan hablar mucho que digamos, tras saludarnos, me encuentro con cuatro manos que se lanzan en búsqueda de botones, broches y corchetes. Para cuando me quiero dar cuenta, ya estoy completamente desnuda, tumbada sobre mi espalda, en la cama doble que domina la habitación. Tampoco sé en qué momento se han despojado ellos de su ropa interior, pero no me cabe duda de que están tan excitados por la situación como yo.
Toni expone su plan, al que por supuesto no puedo sino asentir. Siendo tres, nos turnaremos. Dos darán placer, y uno sólo habrá de dejarse llevar. Estoy de suerte, van a empezar por mí. Noto dos bocas besándome con suavidad, posando multitud de dulces besos en los lóbulos de mis orejas, bajando por el cuello, entrelazando las lenguas con la mía, sin dejar de acariciarme los pechos con dos diestras manos, haciéndome dar un respingo al recorrer mis costillas, y excitándome más por momentos.
Todos aprendemos imitando en primer lugar, y está claro que Toni hace primero, y luego Inma repite. Mi cuerpo se convierte en el escenario de una partida con dos contrincantes en la que soy yo la ganadora. Mis pezones bailan de boca en boca, encontrándose con dos lenguas que los lamen, dos bocas que los besan, con tanta avidez y deseo como se besan entre sí. Dios, ¡qué placer ser tal estorbo!
No tardan mucho en encaminarse, entre besos y lametones, cada vez más abajo. Mi lampiño Monte de Venus se convierte en una pista de baile para labios, lenguas, manos y dedos, que danzan, haciéndome vibrar con su compás siempre creciente. No tardan demasiado en organizarse, mi clítoris se ve encerrado en una boca donde es chupado y lamido con avidez, unos diestros dedos me follan con ritmo creciente, y mis tetitas reciben atención de tres manos y una boca, que alterna entre mi cuello y mi propia boca. No aguanto ni diez minutos antes de sentir la tensión acumularse en la pelvis y explotar, en el orgasmo más intenso que he tenido en mucho tiempo. Para cuando abro de nuevo los ojos, sólo veo sonrisas de lujuria y complicidad, que me hacen sentir increíblemente bien. En lo que recobro un poco el aliento Inma y Toni mantienen el ritmo. Sin dejar de besarse, se masturban mutuamente, acariciándose con deseo. Estoy ansiosa por unirme… y lo hago. Pero Toni se retira lo justo para que Inma caiga sobre su espalda, y entonces aprovecha para mantenerla así, como mismo me encontraba yo hace apenas un rato. “Ahora le toca a ella”, me dice, y no tardo en seguir sus pasos, tratando de recordar qué me habían hecho, e improvisando cuando mi mente racional hubo desconectado y mi instinto tomó las riendas.
Para cuando le toca el turno a Toni ya he visto a Inma catapultarse hacia el éxtasis más de una decena de veces. Realmente cambiamos… pues no sé muy bien por qué, ella parece no querer parar. Pero tampoco quiero perder la oportunidad de hacer disfrutar a Toni, que tan bien ha ejercido de director de orquesta hasta ahora. Inma y yo besamos sus labios, cuello, pecho y abdominales (se mantiene en forma, no hay duda), y pugnamos por echarnos a la boca su miembro. El glande desaparece en la boca de Inma, así que me lanzo a paladear los testículos, perfectamente depilados. Luego alternamos, para terminar encerrando la cabeza carmesí en un beso francés, húmedo y tórrido como ninguno. Para cuando explota, Inma comparte conmigo un delicioso beso blanco, mientras Toni, empapado de sudor y lujuria, jadea recobrando el aliento poco a poco.
alrita | 13/12/2017 18:51
Nos alegramos de que les guste. En breve estará disponible la segunda parte de esta aventura...