Nuestra primera visita a Carlos

Tal como habíamos acordado, a la hora prevista llegamos a su lugar de trabajo, que no nos costó nada localizar, por las buenas referencias que nos había dado. Le avisamos de nuestra llegada y bajó a abrirnos. Tras saludarnos, nos enseñó su empresa y subimos a donde estaba su oficina.

 
Allí nos sentamos en la mesa redonda que tiene para reuniones o recibir visitas, poniendo a mi mujer en medio de los dos. Empezamos a hablar sobre cosas varias para romper el hielo, para luego pasar a hablar de nosotros, pero llevando yo el peso de la conversación al campo de que era un cliente de él, que había llevado conmigo a mi buena y servicial secretaria, a la cual, desde que llegamos, no dejaba de echarle el ojo encima.
 
Pues como dije, me hice pasar por cliente de él, más cuando me fue hablando del negocio al que se dedicaba su empresa, haciéndole ver que estaba interesado en algunos de sus productos, llevando el tema de la negociación que para llegar a un buen acuerdo, para eso estaba mi secretaria, cosa que le gustó, pues rodando su silla, más se acercó a donde ella estaba, bien sexy que fue como a mí siempre me gusta que vaya.
 
Así fue como empezó la cosa a calentarse, acercándonos los dos a ella y empezar a acariciar esos muslos que según dijo no correspondían a la edad que le había dicho que tenía, pues parecen de una mujer de mucha menos edad de la que dijo que tenía.
 
Ya ahí me dieron a mí el pistoletazo de salida, para convertirme en director de escena, papel que me encanta desempeñar con ella y el otro. La pusimos de pie, para seguir acariciando esos bonitos muslos a medida que levantábamos su traje, para llegar a su precioso y depilado tesorito, dentro de esa minúscula lencería que llevaba puesta, siguiendo con quitarle todo el traje, para que descubriera que no solo sus muslos, sino también sus pechos, le hagan aparentar mucha menos edad de la que tiene.
 
Ya nos fuimos abrazando los dos, bien pegados a ella, besándola, acariciándola, comiéndola, pues nos había puesto bien morcillones a los dos, como podía ir comprobando ella cuando nos tocaba o pegábamos a ella.
 
La coloqué cómodamente acostada sobre otra mesa, con las piernas levantadas, ofreciéndole a Carlos, tan hermoso tesoro que guarda entre sus piernas, el cual se arrodilló ante él, ofreciéndole una muy buena pleitesía, con una buena comida que la hizo empezar a gemir y de qué forma, a medida que movía esa lengua por su coño, e incluso llegándole hacer temblar sus piernas del placer que le estaba dando.
 
Para que no se cansara de la postura que tenía, la volvimos a levantar y ponerla de pie, momento en el que ella le comentó que cuando yo la masturbo, se corre a chorros, cosa que él dijo nunca haber visto. Así que la coloqué en la posición correcta, con las piernas separadas, me arrodillé ante ella y con mi dedo gordo de mi mano derecha, me puse a masturbarla, no costándome mucho, por lo bien que Carlos la había preparado con su buena comida, de que soltase uno de esos chorros que ella suele echar, esos que la hacen mojar todas por sus piernas, mi mano y brazo, además de quedarse temblando del placer que recibo, ante la atenta mirada de él, que como dije nunca había visto eso antes. Dejando bien mojado el suelo con semejante corrida.
 
Ya para que descansara, se puso sentada en una silla con nuestras pollas, cada una a un lado suyo, empezando ella por la del invitado, suavemente lamiéndola y acariciándola, como a ella le gusta hacer, mientras con su otra mano, tocaba la mía, para luego empezar a tragar el pollón que tiene Carlos, poco a poco y despacio, pero sin pausa, en su boca, tragando cada vez más y más, haciendo que empezara a gemir él de placer, con tan semejante mamada que pega esta hermosa hembra que tengo.
 
Tal es así, que hay que estar atento, para no correrse en su cara y parar, para luego cambiar de postura, Carlos se sentó en la silla y ella se puso encima, clavándose ese pollón, tras haber colocado el preservativo, y empezar a cabalgar sobre su polla, haciendo que los gemidos de Carlos se oyeran por toda la empresa, gracias a que estábamos solos, pues no vean como saltaba ella sobre esa polla, mientras él la agarraba por su cintura.
 
Para evitar cansarse tanto uno como otro, la pusimos de pie, apoyada sobre el respaldo de la silla, para empezar yo a follármela en esa postura, mientras Carlos le daba polla por su boca, joder que cuadro erótico más bonito, para ser pintada o fotografiada dicha escena y haberla acompañado en este relato, como gozábamos todos.
 
No queriendo yo seguir acaparándola más, pues ella sabe que siempre la tengo para mí, dejé que fuera Carlos el que ocupara mi lugar y yo me cambié por el de él, terminando ambos con el trabajo, el corriéndose en su coño dentro del preservativo y yo en su cara, no vean  los gritos que dimos con nuestras corridas de lo bien que nos lo estábamos pasando con ella.
 
Nos quedamos descansando un rato, para recuperarnos de tan buena sesión mantenida, nos limpiamos y vestimos, para despedirnos de Carlos, no sin antes darle las gracias a él por el buen rato vivido, y él a nosotros, por tan buena experiencia vivida, yéndonos con la esperanza de volver a vernos de nuevo, cosa que ocurrió, pero que dejaré para otro posible relato.