En el anterior blog ya les hablé de Manuel, de como nos despedimos y de que el destino en ocasiones hace que las personas se reencuentren de nuevo.
Mi pareja se encontraba trabajando en otra isla y yo me encontraba aburrido, era ya de noche y pensé que algo de cibersexo podría quitarme el calentón que tenía. Entré en una web de contactos y empecé a hablar con algunos chicos de Canarias, enseguida hice migas con uno de Tenerife, nos dimos los messengers y contactamos por cam. Tenía un cuerpo muy bonito pero no lo asociaba con nadie conocido. Hablamos de poner las caras, pero a ver quien era el primero, sin querer mostró su cara y yo exclamé: ¡Manuel, ¿eres tú? - Sí, respondió tímidamente, ¿quién eres tú, nos conocemos? Me preguntó y le mostré mi rostro.
.¡Mi niiiiño! Exclamó, - cuanto me he acordado de ti. Y yo de ti, le respondí. ¿Quieres venir a casa y nos vemos? Me faltó tiempo para decir que sí. En 20 minutos estaba en una casita terrera de un barrio de Santa Cruz. Me abrió la puerta desnudo, pasé y nos fundimos en un beso y un abrazo. No había cambiado nada seguía igual de guapo y con ese cuerpo tan bonito, bueno algo sí que había cambiado, tenía vello en sus genitales, un vello muy cortito y muy muy rizadito, nunca había visto un vello así. Le dije: veo que por fin te has hecho un hombre, y ambos nos reímos.
Nos fuimos al sofá y hablamos de todo un poco, de nuestras vidas, los trabajos, las parejas... enseguida nuestras manos comenzaron a jugar, me desnudó en apenas segundos y empezamos a meternos mano para pasar a un 69 que ambos estábamos deseando. Después nos fuimos a la cama para seguir haciéndome una mamada perfecta, cerré los ojos y noté como mi polla penetraba su culito, se movía perfectamente y a mí me daba mucho placer, hasta que los dos nos corrimos, yo dentro de él y él masturbándose.
Nos despedimos sobre las tres de la mañana, nos volvimos a dar los números de móvil y estuvimos viéndonos durante unos meses todas las semanas, o iba a su casa o venía a la mía, hasta que un día le dije que tenía cargo de conciencia por mi pareja. Me dijo que lo entendía porque a él también le pasaba lo mismo, como ya se había divorciado y había rehecho su vida, tenía novia, conocía su condición bisexual y no tenía problema por eso, y en breve se iban a vivir juntos al norte. Me alegré mucho por él.
Aquella noche disfruté como nunca acariciando aquella piel tan suave, sin nada de vello y que tanto deseaba, la toqué, la acaricié y la saboreé. Los dos disfrutamos mucho de aquella noche, hicimos el amor como dos amantes furtivos a los que se les acababa el tiempo, su último tiempo. Cuando Manuel se vestía yo seguía metiéndole mano y acariciaba su cara me decía: - Me lo he pasado muy bien estos meses y comprendo porque lo tenemos que dejar, pero si en el futuro me necesitas, como decía la canción de Willy Fog, tú sílbame... que yo voy. Nos dimos un último beso y se fue.
Aún tengo su teléfono, nunca me he atrevido a llamarle para no poner mi vida patas arriba (ni la suya), pero muchas veces me he acordado de Manuel, de su cuerpo y de que me gustaría volver a acariciarle de nuevo. Ya han pasado bastantes años y aún tengo su teléfono, hace tiempo que su foto ya no está en el WhatsApp. Me gustaría tomar un café para saber que tal está, si le van bien las cosas y es feliz, si me preguntase si me apetece disfrutar juntos una sola vez más tendría que decirle que no, solo espero que ese no lo sepa interpretar como un sí...