Hace muchos años que le conozco, un argentino ya entrado en años, delgado y atractivo, es mi dentista.
En ocasiones que había ido a revisiones, limpieza o empaste no sentía nada de atracción, pero en estos últimos años ha ido cambiando la percepción. Sabía muy poco de él, casado con hijos y muy apasionado en su trabajo.
Esta última vez tocaba empaste, y al llegar se alegró de verme después de tanto tiempo sin ir, eso hizo que tuviese un poco más de interés en que pudiera ocurrir algo pero nada, fantasías mías . Me tumbé en la camilla y empieza a examinar donde comenzaría el empaste. Poco hablamos, así que después de poner la anestesia, empezó al lio.
Mi posición en la silla articulada, brazos extendidos, hacía que en ocasiones él rozara mi brazo derecho, algo que lo veía muy normal ya que tenía que tratar la muela, pero algo me hacía pensar otras cosas, que como dice el dicho, el roce hace el cariño, y con tanto roce puede llevar a algo.
Estábamos solos en aquella sala, y seguía notando como su cuerpo se movía y rozaba mi brazo, eso cada vez más me estimulaba y mi polla iba creciendo. Llevaba un pantalón corto de deporte, y supuse que de alguna manera podría notarse, eso me ponía más cachondo saber que en el algún momento él pudiera verme tan excitado.
Cuando cambiaba de utensilio, yo movía mi brazo un poco más al borde del apoyadero de la silla, así notaria más su cuerpo tapado por su bata blanca. Mi polla estaba dura y con mi mano izquierda la dirigí lentamente a mi bulto, pero sin tocarme descaradamente algo muy sutil que viera que estaba más excitado que nunca.
Parecía que el empaste era complicado porque le notaba que se movía más que en otras ocasiones y cambiaba de utensilios, cosa que yo agradecía, mi brazo iba buscando su paquete que aunque no lo notase, sabía que estaba rozándolo con mi codo y a él poco le importaba, yo a todas estas con los ojos cerrados dando vueltas a mi cabeza y al morbo de esa situación, en que pudiera ocurrir algo mas.
Aquello parecía que no tenía fin, y estaba disfrutando de una forma muy distinta sin poder ver nada, ni palparle, ni sentirle, era algo muy sensual y excitante, solo usando mi imaginación y mi mente.
Llegó el momento de acabar, ya me iba relajando y él como buen profesional cerciorándose de que había quedado bien su trabajo y no me molestase el empaste.
Abrí los ojos y le vi que ya dejaba sus herramientas en la bandeja. Sin más habíamos terminado, él muy simpático me dijo que no dejara de pasar tanto tiempo en volver, que la salud de la boca es muy importante.
Uf, eso me dejó hasta pensativo.. Pero nada, vuelta a la realidad, le agradecí su trabajo y me marché .
Habrá otra visita, pero ya no sé si con las mismas ganas o excitación de las que tenía ese día. Aun así disfrute de alguna manera lo que es ir al dentista sin miedo.
Con esta experiencia diferente espero les haya gustado mi relato, hasta la próxima.
Un saludo a tod@s!
chicharron | 12/03/2019 00:08
podrias intentar unos roces, nunca se sabe, el roce hace el cariño etc etc, jejeje suerte!!