Esto me ocurrió hace ya unos cuantos años.
Había bajado de noche al carnaval de Santa Cruz con mis amigos, habíamos estado de vacilón y bebiendo hasta que la gente se empezó a marchar a su casa. Decidí ir a ver si había alguien con ganas de marcha, no me resultó fácil pero encontré a alguien. Vi un chico disfrazado de mujer con la cara pintada, yo no iba de mujer pero también llevaba la cara pintada. Enseguida hubo un cruce de miradas entre ambos con el que ya nos lo habíamos dicho todo. Buscamos un sitio tranquilo, mira que nos costó encontrarlo, y dimos rienda suelta a nuestra imaginación...
Empezamos a morrearnos y a intentar meternos mano entre las ropas que llevábamos. Enseguida nos cogimos las pollas y empezamos a masturbarnos como pudimos. Él se levantó el vestido y comencé a mamar de su polla, jadeaba mientras gritaba: más... más... más... llevé mi mano hasta su polla y se corrió. Se limpió con el disfraz y se llevó mi polla a su boca mientras sujetaba mis nalgas con sus manos. Su lengua jugaba incansable con mi glande hasta que le dije me corría asintiendo para que soltara toda mi leche en su boca, se la tragó toda y nos fuimos cada uno por su lado.
Camino de casa, apenas faltaban 500 metros nos vimos en un semáforo, cuando se puso verde salimos, él primero y de reojo me iba mirando hasta que se para frente del portal de casa y me dice por qué le sigo. No te sigo, respondo yo, vivo aquí. Enseguida suelta un ¡me cagüen la madre que me parió! Yo también, en piso? 6º respondo. D... ? Por... ? Respondo. Me cagüen mi madre... soy el del C. Efectivamente era mi vecino, aunque ambos somos tímidos él es más reservado que yo, de coincidir poco en la escalera y hablar menos aún, subimos en el ascensor y le noto que se empieza a poner nervioso. Tranquilo... no pasa nada, le digo, llegamos cada uno a su casa y se cerró la puerta.
Me desvestí, me desmaquillé como pude y me duché, al compartir algunas paredes como la del baño y el pasillo, oía que él también hacía lo mismo. Me sequé, comí algo y me puse a ver la tele. Al momento oigo dos golpes suaves en la pared, respondo igual, luego tres golpes y respondo, cuatro golpes, solo doy uno y abro la puerta de casa. Enseguida abre la puerta en calzoncillos, me pregunta si podemos hablar, respondo que por supuesto, le invito a entrar mientras coge sus llaves. Yo también estaba en calzoncillos, me mira el paquete y me lo toco mientras se sienta sin quitarme ojo. Me dice que no comente nada de esta noche, le digo que sin problema por mi parte y siempre que quiera podemos repetir, mientras meneo mi mano dentro de mi slip mostrándole mi pubis. Me acerqué a él nos morreamos, nos bajamos los calzoncillos y empezamos a besarnos de nuevo y a comernos todo el cuerpo. Nos vamos a mi cama y seguimos comiéndonos las pollas hasta que soltamos toda nuestra leche. Apenas pasaron unos minutos hasta que nos dormimos en mi cama.
Después de aquello nos saludábamos en la escalera pero no veía por su parte mucho interés y mira que le buscaba la lengua cada vez que le veía, que si un café, etc. y no hubo manera. Se le notaba frío y algo distante, vamos que no quería nada, más por lo que puedan decir los vecinos que por sí mismo. Y eso que mis vecinos tampoco saben nada sobre mis gustos. Meses después cambié de casa y nunca he vuelto a verlo ni a coincidir con él, pero quien me iba a decir a mí que en aquel carnaval me iba a llevar tan grata sorpresa.
discr-tfe | 15/03/2020 08:50
Gracias 😉