A través de la página, me contacto una pareja que había leído uno de mis relatos, y que me decían que yo podría encajar con lo que buscaban, ya que les iba mucho el tema cuckold, considerándose un sumiso cornudo y a ella le iba bastante el exhibicionismo, no solo para humillar a su marido, sino también, como luego pude comprobar, para exhibir la belleza de sus 45 años recién cumplidos. Tras ver sus fotos y leer su perfil, comenzaron una serie de mensajes cruzados en los cuales íbamos conociendo un poco más los gustos de cada uno, a la par que iban subiendo de tono los mismos.
En uno de los múltiples mensajes intercambiados, me decían tenemos unos días libres, que serían perfectos para nuestras fantasías, ¿Cómo lo tienes tú?, yo les conteste que por mi trabajo podría organizarme, dicho y hecho, quedamos para conocernos en persona.
Puntualmente aparecieron en la terraza que habíamos quedado, ella vestida muy sensual con un peto-falda vaquero blanco, con un top, que hacía que se pudieran ver la forma de unos pechos no muy grandes, pero si muy bien colocados, así como una barriga plana y unos zuecos que le hacían parecer más alta de lo que ya era. Al presentarnos le fui a dar un beso en la mejilla, pero ella giro más la cara y rozamos nuestros labios, le di la mano al marido y al ir a sentarnos ella ya sacó su carácter, su rol en la pareja y le dijo, cornudo tu siéntate en frente, que yo me voy a sentar al lado de este macho que igual será el próximo que me reviente el coño. La vestimenta, que, sin ser llamativa, el beso y sus palabras, hicieron que mi polla empezase a decir que ahí estaba. Pedimos unas cuantas cervezas y estuvimos charlando más de una hora, congeniando bastante, riendo y en algún momento, también denotando su carácter, hablando de sexo en voz más alta, para que nos oyeran los de la mesa de al lado, y cuando hacía esto me tocaba el muslo por encima de mi pantalón como quien no quiere la cosa, lo cual me iba poniendo cada vez más. Contaron algunas de sus experiencias, al igual que yo les conté de las mías, de gustos, de lo distinto que éramos los humanos, de las filias, juguetes eróticos, que les encantaba hacer nudismo, ya fuera en Maspalomas, como en Montaña Arena, o cuando querían más intimidad esas calas más al sur de la isla, todo lo cual iba calentando el ambiente y daba rienda suelta a mis pensamientos de como sería en la cama.
Llego la hora de despedirnos, y ella, pícaramente, me dice, no quieres nada de mí, yo que sobre la marcha entiendí la pregunta, le dije, por supuesto, veo que has leído mi blog, ¿vas a hacerlo aquí o vas al baño y me las traes?, le pregunte, a lo que ella me contesto, mejor me acompañas, y a continuación dijo, el cornudo se queda aquí, vete pagando la cuenta y tú sígueme.
Fui detrás de ella con una gran sonrisa, mirando con deseo sus piernas y figura, dirigiéndose ella al baño masculino, al cual entramos y poniendo el pestillo, para, sobre la marcha darme un beso cálido y húmedo, a la vez que con sus manos acariciaba mi pelo y me tocaba en la entrepierna, y empezó a susurrarme al oído has venido a por mis bragas, pero yo tenía preparaba otra sorpresa para ti, a la vez que me cogía la mano, la metía por debajo de su falta y me la llevaba a su entrepierna, donde pude notar un coño suave, recién depilado y como se hundía uno de mis dedos, sin hacer ningún esfuerzo a través de los húmedos labios en su vagina. Cogiéndome la otra mano para que acariciara sus tetas por los laterales del mono y continuar ella sobándome la polla, que cada vez estaba mas grandes y con ganas de salir, estando así, probablemente unos segundos, que me parecían un regalo divino.
Tras esos tocamientos, me dijo, has visto no llevo bragas, y lo que hoy toca hacer, no es darte yo mi tanga, sino que tu mes tus calzoncillos, que me los llevaré puestos y bien manchados para que el cornudo lo vea, así como para si te ha gustado la experiencia vengas a buscarlos. Y automáticamente, me bajo los pantalones, diciéndome sigue tu y quítatelos, eran tipo bóxer blancos de Armani, empezándome a comer la polla con mucha ansia, no sé si debido al calentón que teníamos en aquel habitáculo pequeño, al morbo de que nos pillarán, o el saber que el cornudo estaba esperando, para después decirme fóllame y córrete dentro de mi cabrón, que le voy a dar la gran sorpresa a mi marido.
No se como he dicho anteriormente, si debido a la situación, o al a excitación le subí la falda, se puso a cuatro patas
sobre la taza del wáter, le di dos lametazos del coño al culo y viceversa, le escupí en su ojete para que la saliva corriera hacia los labios y de un empujón se la clave hasta el fondo del coño soltando un respingo en baja voz, por donde estábamos. De esa manera tras varios movimientos de cadera, tirándole del pelo, y dándole un par de nalgadas, mientras ella se acariciaba el clítoris, le dije, no puedo más, me voy a correr, y dijo, casi suplicando, dentro del coño por favor, como quiera que estoy vasectomizado, no me importo, y le solté toda mi corrida dentro. Terminando de correrme escuchamos que tocaban en la puerta del baño, como si hubiera alguien que llevaba esperando algún tiempo, por lo que rápidamente me subí los pantalones, ella se puso mis calzoncillos que se impregnaron con la corrida, que a la vez le caía por los muslos, se limpió como pudo, y salimos por la puerta los dos riéndonos, para sorpresa de la persona que estaba esperando, dirigiéndonos a la mesa, donde el cornudo nos esperaba y al cual su mujer le dijo, tendrás que limpiarme bien con tu boca cuando lleguemos a casa.
Nos despedimos, con un profundo beso en la puerta del local, mientras el marido observaba, quedando para el día siguiente, cuando me devolvería los calzoncillos, en una cala del suroeste de Gran Canaria, pero esa es ya otra historia, aún si cabe más morbosa, que ya relataré.