Para algunos la pareja perfecta es aquella que es tu compañera y con ella tienes una relación romántica. Otros la encuentran en la amistad incondicional. Y otros muchos prefieren tener al amante perfecto que les entienda en la cama. Todo eso queda atrás cuando conozcan el caso de Aisha y Luis que eran todo eso y a la vez nada.
Llegaron el uno a la vida del otro de casualidad y de la mano de una tercera persona. Desde el principio se entendieron muy bien, pero ni se imaginaban el nivel de unión que iban a tener. Nunca fueron pareja, ni se lo plantearon ni está en plan de futuro. Cada uno tiene su respectiva pareja y no existen celos por ello. No son amigos al estilo tradicional, de esos de salir a echar copas o de compadreo. Tampoco son amantes, ni se esconden para estar juntos ni tienen una relacion prohibida ni tienen un sexo salvaje.
Simplemente son ellos, no intentan cubrir ninguna necesidad ya que todo eso lo tienen resuelto. Estan juntos, se cuentan sus cosas, se ayudan en sus problemas, y todo ello con total naturalidad y sin llamar l atención de los demás ya que han conseguido establecer su relación en un nivel que nadie les juzga, ni siquiera sus propias parejas.
Muchos pensaran que entre un hombre y una mujer siempre hay tensión sexual. Ellos no iban a ser menos, pero tampoco les corría la lujuria por las venas. Cuando querían, se acostaban juntos, se acariciaban, recorrían sus cuerpos, a veces se besaban. No era sexo salvaje, ya venían servidos de casa, era un encuentro de disfrutar de sus cuerpos, de encontrar cada detalle de su piel, de recorrer cada palmo de sus cuerpos y encontrar algo nuevo cada vez. Siempre terminaban con su ropa interior mojada y se dejaban con más ganas para la proxima vez. De vez en cuando compartían la ducha y las gotas de agua le marcaban el camino a sus caricias y a sus besos. Algunas veces hasta se masturban entre ellos, pero nunca tuvieron penetraciones. Recibían el placer de acariciarse entre ellos, de respetarse y de jugar en donde tenían los límites la búsqueda de excitación con sus manos, casi tantrico se podría decir. No es que fueran unos santos ni mucho menos, se contaban secretos de cama que hacían con sus respectivas parejas, o de otras que habían tenido. También se contaban sus fantasías con otras personas, hombre o mujer da igual, porque hasta en ser bixesuales eran similares. Todo ese cúmulo de situaciones les daba placer, relax, unión, tener más ganas de seguir esa relación que nadie entendería pero que nadie conocía. No era ni amor ni pasión, solo habían encontrado su alter ego