Parecía una dama, pero nadie sabía y todos desconocían que tras ese semblante dulce e inocente se escondía un demonio con muchos pecados cometidos y que cometer.
Nadie sabía que tras esa mirada profunda de ojos negros y brillantes, solo imperaba ganas, deseos, lujuria y perversión.
Cada persona que la conocía quedaba prendado de ella, encendía todo lo que tocaba, hacía volar la imaginación de todo aquel que la miraba... y saboreaba.
Desataba tormentos con éxtasis, provocaba eróticos momentos, llevaba de la fantasía a la realidad siendo un auténtico peligro que no podrías dejar de probar.
Los gemidos y jadeos eran su especialidad, escribir con su pluma humedecida en tinta de su cuerpo su debilidad.
Se movía entre la danza del deseo y la evasión, empapando cada parte de un cuerpo que osaba ser su perdición.
Era una pirómana con cara dulce y sensible, que al mismo tiempo escondía una fuerte depravación...