Llevaba poco tiempo en la isla, y empezó hacer amigos en la app, entre ellos contactó conmigo.
Él era un tío grandote, grueso y con unas espaldas anchas. En sus fotos que me envió, vi algunos de sus tatuajes, mayormente eran relacionados con la muerte, algo que en principio me dio algo de rechazo, pero a medida que íbamos hablando y calentándonos me daban ganas de verle y tener algo con él.
Al día siguiente volvimos hablar y aunque no tuviera sitio en su casa, me dijo que podíamos quedar en la zona de la azotea, pero tenía que ser de noche que nadie suele subir.
Esa misma noche fui a su casa, me esperaba en el portal, de piel morena por el sol y sobre 1, 90 de altura me llamó mucho la atención. Iba con pantalón vaquero corto, donde se le apreciaba varios tattoos en sus gemelos, unas botas negras y una camiseta, nos saludamos con muy buen rollo y me dijo que le siguiera al ascensor, pulsó el 5° piso y dentro de allí nos morreamos.
Llegamos arriba, pero no accedimos a la azotea sino que nos quedamos en la entradilla, sacó el móvil y me dijo que le gustaría que lo grabase, pero lo evité, era nuestra primera vez y no lo conocía lo suficiente para hacerlo, él lo entendió y lo dejó en el suelo.
Sin esperar a más, se arrodilló y me sacó la polla del pantalón, se le veía con unas ganas tremendas de mamar, estaba deseoso de comer mi tranca, y como disfrutaba saboreándola.
Después de un buen rato mamando le quité su camiseta y se levantó, le comí sus duros pezones, tenía un buen torso velludo y con muchos tatuajes, varios eran unas calaveras y símbolos que desconocía.
Prácticamente estábamos casi en bolas, pero por si nos pudiera escuchar alguien, no nos desnudamos del todo, estaba siendo muy morbosa la situación. A veces se escuchaba el ascensor que subía y bajaba, pero nadie subía a la azotea afortunadamente.
Seguimos morreándonos, metiéndole mis dedos en su culo hasta que me pidió que lo follara, saqué el condón, se arrodilló y después de comerle un poco el ojete, se la clavé. Estábamos disfrutando a tope, notaba que quería más fuerte, y mientras me la sacaba le metía dos dedos, y volvía a penetrarle, estuvimos varios minutos así, hasta que me dijo de corrernos, nos pusimos de pie y agarrando fuertemente las pollas nos pajeamos hasta que salió todo, dejando el suelo pringado con toda la leche nuestra, él llevaba unas servilletas para limpiarlo, y después de eso me acompañó a la entrada y en el ascensor comentaba que tenía unas ganas tremendas de jadear fuertemente, pero no podía, que lo mejor sería repetir otro día al monte donde nadie nos escuchase, pero eso será en otra ocasión.
La verdad que fue muy excitante.
Espero les haya gustado mi relato.
Un saludo a tod@s!