Sólo me apetecía un baño, un baño lento y relajante de esos que te hacen soñar, soñar y soñar.
Comencé a escuchar tus pisadas, lentas pero seguras dibujando el camino que llegaba hasta mí. De repente, sentí cómo te detenías en la puerta, sentía tu mirada sobre mi espalda, bajando hasta mi cintura y recorriendo después, mi culo hasta llegar a mis piernas.
Muy lentamente, totalmnte enjabonada y disimulando tu mirada, salí del agua ardiente y excitante que recorrió mi cuerpo por un instante. Me cubrí con la suave toalla, solo dejando entrever una parte de esa parte que tan loco te volvía.
La puerta se abrió y entraste tú, con esa sonrisa que desde que vi me embriagó, admirando mis movimientos lentos, sensuales y excitantes. Fui dejándola caer, hasta llegar a mis pies, permitiendo que toda mi piel se dejara ver.
Mi cuerpo absorbió la temperatura del agua que, junto al calor que tú me hacías desprender, solo deseaba ser tocada por ti, lamida por tu lengua y besada una y otra vez hasta que sin poder aguantar mas, folláramos hasta el amanecer.
Te acercaste a mí haciendo que todos mis deseos se convirtieran en realidad, haciéndome mojar como tú solo lo sabías hacer, metiendo tus dedos en mi coño como sabes que me gusta tener.
Tus movimientos dentro de mí solo me hacían gemir de placer, gritar sin control y mirarte con pasión y mucho calor.
No pares, sigue hasta el final, córrete dentro, mójame enterita, sin dejar ni una esquina de mi cuerpo sin humedecer y poseer.