Cuando la piel y el alma arden por el mismo ser, es tan rico que tan difícil es explicar y comprender.
En ese momento se enciende una chispa, que dure lo que dure, encenderá una emoción y una pasión que nos encantará sentir y que probablemente, querremos repetir.
Es un momento en el que tanto el corazón y la mente se encuentran, se entrelazan y esperan por los mismos besos, las mismas caricias y el mismo sexo.
Es un momento en el que se une lo decente y lo perverso, ambos se traducen en deseo por las mismas manos, los mismos dedos y el mismo cuerpo.
Son unas ganas que aumentan sin control, acelerando el pulso y el corazón. Haciendo provocar suspiros, gemidos, sonrisas y todo aquello que nos hace rozar la locura y la pasión.
Es una conexión inexplicable de dos personas que sienten atracción, lujuria y mucha excitación. Imaginando situaciones que los llevan a vivir lo irreal como si fuera tan real, que nunca se olvidará.