La leona que se convierte en gata

La leona que se convierte en gata

Cuando te conocí aquella tarde, tomando un café en una terraza, no sospechaba el misterio que se escondía tras esos pícaros ojos verdes. Hablamos de todo un poco... Sí, también de sexo pero sin entrar en detalles. Nuestra conversación giraba hacia temas menos trascendentes propiciados por conocer gente en común y haber compartido experiencias profesionales.
Después de despedirnos, conduciendo de camino a casa, iba pensando que me había gustado este primer encuentro, me había sentido cómoda y, aparte de la charla, me había gustado lo que había visto, especialmente esos ojos verdes tan expresivos. 
Aún tardamos unas semanas en volver a vernos. En ese tiempo algunos mensajes por el móvil sin llegar a concretar nada. Hasta que de repente me mandas un mensaje a altas horas de la noche invitándome a tu casa. 
En un primer momento pienso en rechazar la invitación. Al día siguiente tenemos que trabajar y es muy tarde, más de las 12 de la noche. Pero... no sé porqué extraño motivo decido ir.
Me esperabas a oscuras, desnudo tras la puerta. Tal como entré me cogiste por detrás y empezaste a quitarme la ropa de camino a la habitación, recorriendo mi cuerpo con tus manos y tu boca. Tan pronto llegamos a la cama me lanzaste en ella, me agarraste las muñecas con fuerza y empezaste a penetrarme. Cada vez que yo intentaba hacer algún movimiento me lo impedías y me agarrabas con más fuerza.
Me dí cuenta que te excitaba dominarme y me abandoné al placer que me dabas, aunque en ocasiones era tanto que intentaba escapar de tu dominio. Era un orgasmo tras otro, una mezcla de agotamiento y gozo, una contradicción de querer parar y pedir más. Pero es que cuanto más pedía que parases, más fuerte me embestías y más me gustaba que lo hicieras. Perdimos la noción del tiempo y la noche por poco se nos hizo día.
Al cabo de unos días volviste a llamarme entre semana y a altas horas de la noche. Yo ya estaba acostada y nuevamente mi primer impulso fue negarme. Pero... recordé la otra noche y no pude. "Ven sin bragas" me pediste. Tampoco pude negarme. Fue otra noche intensa, tal vez más que la primera. Otra noche en la que me convertí en una muñeca entre tus brazos. Otra noche en la que no podía negarme a las peticiones que me hacías, aunque más que peticiones eran exigencias. Por momentos salía mi naturaleza rebelde, que rápidamente era reprimida por tí.
A estas noches siguieron otras, siempre en horarios intempestivos, siempre con una primera intención de no ir y siempre con una respuesta positiva por mi parte. Otras noches en las que consigues que esta leona se convierta en una gata cuando llega a tu cama.

Publicado por: morticia
Publicado: 06/08/2014 14:29
Visto (veces): 529
Comentarios: 3
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Comentarios (3)

alejandro78 | 05/09/2014 01:01

Una gata que se convierte en leona es un premio para el hombre que resiste la forja y el yunque para sacar a relucir su espada. Un relato muy sensual ¡Enhorabuena! Alex

mbd91 | 21/08/2014 23:36

tres coul

marcelocristin | 07/08/2014 20:26

Muy buen relato..besos

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