Era una de esas tardes en las que la polla decidía por mí. La lluvia rebotaba en la ventana y la luz cálida de mi escritorio iluminaba la pornografía que me estimulaba. Estaba a punto de correrme viendo a una negra follándose una rubia despampanante con el dildo en la cintura cuando sonó el timbre de la puerta. Era mi vecina y yo estaba con mi paja frustrada y ella sabía que estaba allí, no podía esconderme. Que podía hacer?? Un momento!! Grité desde lo más lejos de mi estudio… que eran unos 3 metros de la puerta. Recorrí los 3 metros pensando en mi madre y mi padre para que se me bajara la erección y me la coloqué hacia arriba para que el cinturón me la sujetara. Abrí la puerta y allí estaba ella: Amanda, la vecina cachonda de arriba. La que me pajeo cuando la escucho follar, la mujer que me excita en el ascensor, la que me mira con picardía porque sabe que me la pone dura. Apenas nos dirigimos dos palabras en 2 años de buena vecindad… ¿qué quería semejante criatura?? Mi polla, por supuesto seguía empalma-dísima… -¿Tienes condones? me espetó No me lo podía creer… la muy zorra baja en ese preciso momento a pedirme ¡Un puto condón! Y yo… en ese estado … excitado… - Creo que sí, espera… abrí el cajón de la mesita cómoda del sofá cama… y allí entre las revistas y dvds porno, tenía 2 sueltos… los cogí tembloroso y se los dí… -No están caducados… le dije -Muchas gracias vecino, te debo una.. y se marchó .
Aquel pajote con la rubia espatarrada y los gemidos de la muy guarra Fue el mejor recuerdo que tengo de aquellos tiempos… cuando me independicé creyéndome mayor…. Aunque visto lo visto, sigo siendo aquel imaginativo guarrete….