Nos gusta compartir algunas de nuestras vivencias sexuales y poder animar a otras parejas a que lo hagan si tienen fantasías sexuales iguales a las nuestras. Como el relato anterior que contamos, está basado en un hecho real…y cercano en el tiempo. Tan cercano que fue esta misma tarde noche.
Hoy salía de trabajar y mi marido me fue a buscar. Sexualmente somos muy activos y siempre tenemos fantasías muy cachondas en la cabeza. Una de ellas era hacerlo en el parking subterráneo del Centro Comercial. Como dije, hoy mi marido me fue a buscar a la salida del trabajo y de camino para casa paramos para ir al Mercadona. Al entrar al parking la planta de arriba estaba llena, bajamos y más de lo mismo, bastante coches. Tuvo que aparcar al fondo, una vez que aparcó allí me sonrió y me dijo “no te da morbo, aquí en el parking hacerlo ahora y luego entrar a comprar”? Me sonrojé y empezamos a tocarnos un poco por encima de la ropa y mirando que no viniera o pasara nadie por delante.
Cuando ya estábamos bastante excitados, mi marido me bajó el pantalón a la altura de las rodillas, me tumbo con la cabeza hacia el reposamano de la puerta trasera y me hizo un buen oral. Ya estaba súper cachonda. Me volví a sentar, le bajé los pantalones a mi marido a la altura de las rodillas y lo tumbe hacia atrás para hacérselo yo también a él, pero me dijo que no, que ya estaba muy caliente y quería follar ya.
Me cogió, me puso encima de sus mulos mirando para el cristal de alante y me penetró. Me pidió que si veía a alguien venir o pasar un coche por delante que me hiciera a un lado para esconderme. Le hice caso omiso. Cuando empezamos, estaba cabalgando. Yo marcaba el ritmo, yo mandaba. Empecé suave, lento. Pero a los pocos segundos, fruto del morbo de la situación empecé rápido, a darle caña como le gusta a mi marido y como me gusta a mí.
Tanto fue el momento de desenfreno, que vimos como un coche que estaba cerca del nuestro se encendieron los cuatros indicadores cuando abrieron el coche con el mando. Mi marido lo vio y lo que hizo no fue mandarme a parar. Me cogió de la cintura y me subía y bajaba con fuerza por su pene erecto. Pensé que se iba a correr, pero no fue así, me dio más caña y seguía cabalgando.
Los cristales del coche empezaron a empañarse pronto y yo seguía arriba. Cuando mi marido estaba terminando pasó un coche por delante y nos quedamos quietos, creemos que no nos vieron. Me levante de los muslos de mi marido, nos limpiamos, nos subimos los pantalones y movimos el coche hacia otro aparcamiento cerca de las escaleras. Subimos al Mercadona, compramos y nos vinimos para casa.
Una tarde más de trabajo, una fantasía sexual más realizada…