Teníamos un examen en Madrid y había quedado con Quique, ya les hablé de él en otro relato. Aunque el examen era un domingo, decidí salir el jueves por la mañana y aprovechar estos días estudiando mientras me hacía al entorno. Quique había hecho la reserva en el hotel a mi nombre. Por una vez el vuelo salió en hora y llegamos a Barajas con adelanto. Allí estaba Quique esperándome con una sonrisa enorme, una camiseta, un pantalón de lino bastante flojo, cuyo bulto dejaba adivinar que debajo no llevaba nada.
En el parking nos dimos nuestro primer beso o morreo, que rico me supo, nos fuimos al hotel, nos registramos, lo que no sabía era que teníamos una junior-suite. Era más grande, cómoda, con bañera y ducha para dos, una mesa para estudio y sitio para el portátil. Entramos en la habitación, deshicimos el equipaje y nos quitamos las camisetas, su pecho afeitado hizo que no pudiese resistir más, le solté el pantalón, efectivamente no llevaba calzoncillo, ver aquella polla dura y esos huevos rasurados hicieron que me la llevase directamente a la boca, su cara de satisfacción me ponía aún más, ver las gotas de sudor resbalar por su cuerpo hacia el mío nos excitaba todavía más a los dos.
Empezó a chuparmela y aquello era el éxtasis, que bueno, continuamos con un 69 hasta que nos corrimos sobre su torso. Durante esos días entre apuntes, esquemas, ejercicios y estudio (no se vayan a pensar) también hicimos nuestros descansos, jejeje! La habitación como ya he comentado tenía ducha y bañera para dos. Me puse el condón en la bañera y empecé a penetrarle con el agua caliente entre nuestros cuerpos, como me ponía ese culito respingón, suave sin nada de vello, casi se corre de gusto cuando se la metí entera. Después me penetró a mi, nunca me ha gustado que me penetren, no termino de obtener placer, pero me sentía muy agusto a su lado, después de corrernos, estar abrazados en esa bañera era lo mejor del mundo, me hacía sentir tan feliz y reconfortado.
El sábado por la tarde nos fuimos a dar una vuelta por chueca, entramos en un par de garitos, nos dimos unos morreos, incluso entramos en un cuarto oscuro, por curiosidad más que otra cosa, cenamos y nos volvimos al hotel, vimos una peli desnudos mientras nos tocábamos nuestras pollas. De que acabó la peli no sé si decir que follamos o hicimos el amor, como me gusta esa polla gruesa tan dura y tan húmeda, no nos cansábamos de chupar nuestras pollas. Tras corrernos nos duchamos y nos acostamos, al día siguiente era un día duro y yo me empezaba a poner nervioso por el examen.
Por la mañana recogimos, dejamos el hotel y nos dirigimos al lugar del examen. Cuando terminamos de hacer el examen, comimos mientras hablábamos de nuestras cosas, me acercó al aeropuerto, nos dimos un buen morreo y uno de los mejores abrazos que he recibido. Quique volvía con Amalia y sus hijos y yo volvía a mi rutina.
Ha sido uno de los mejores fines de semana que he pasado en mi vida.