Era el cumpleaños de mi ahijada y mis amigos decidieron celebrarlo en su casa, un adosado con jardín y vistas al mar. Allí había más padres, madres y niños gritando y divirtiéndose. A algunos ya les conocía de otros cumpleaños. Enseguida entablé buena amistad con uno de los padres, tendría unos 35 años, nos reíamos de las trastadas de los niños y de su inocencia.
Sobre las 8 empezaron a irse los invitados poco a poco, estos fueron de los primeros, así que decidimos intercambiar nuestros números de móvil. Ayudé a mis amigos a recoger la casa y acostar a la peque. Me despedí de ellos cuando al entrar al coche recibo un mensaje de éste chico: ¿te apetece cenar? No tenía nada de hambre, así que le respondí que me encontraba lleno. -¿Una copa me preguntó? Eso está hecho le respondí. Me dio su dirección y en 25 minutos ya estaba allí. Toqué el timbre con suavidad para no despertar a su hija, me respondió que la niña estaba durmiendo en casa de los abuelos.
Me recibió descalzo con un bóxer muy ajustado y una camiseta a juego, creo que eran de Armani. -Pasa pasa, me dijo cuando me vio, ponte cómodo que estás en tu casa. Decidí descalzarme y dejar los pies desnudos para descansar. Me sirvió whisky con cola y empezamos a hablar de todo y nada, tratando de romper el hielo, pero las miradas delataban nuestras intenciones, me quité la camisa y me aflojé el pantalón, él se quitó la camiseta, tenía el pecho con poco vello, de quien se lo había afeitado hace dos semanas, empecé a acariciarle y a besarnos, me quitó el pantalón y nos quedamos en calzoncillos, ambos veíamos como nuestros bultos crecían.
Deslizó sus manos en mi bóxer mientras yo chupaba y mordía sus pezones. Le bajé su bóxer y lo primero que me dice es: -la tengo fea, lo sé. La tenía de un tamaño normal, gordita pero no en exceso, estaba bien pero el cabezote lo tenía mucho más grueso que el resto de la polla, eso me fascinó. -Pues a mi me gusta mucho, respondí. Creo que no había terminado de decirlo cuando ya la estaba saboreando en mi boca, la tenía muy húmeda con la gotita de líquido preseminal bañando ese enorme cabezón.
Él empezó a hacerme lo mismo, estábamos muy salidos y con el calor del día las gotas de sudor se mezclaban dándonos más placer. Estábamos los dos cuerpos húmedos, seguí lamiendo sus huevos y el continuó haciendo lo mismo. Tenía mi polla en su boca mientras él me cogía del culo con sus manos. Después de un rato no aguanté más y me corrí en su boca, al momento él se corrió, regando mi espalda con su leche calentita recorriendo mi espalda y nalgas.
Nos fuimos a la ducha, nos dimos jabón de forma placentera. Terminamos la copa y nos fuimos a dormir juntos, desnudos con mi polla entre sus nalgas, y abrazados. ¿Puede haber una sensación mejor?