Era una tarde soleada, Kim estaba tomando el sol y disfrutando de unas refrescantes bebidas para mitigar el calor, a él le encantaba mirarla mientras arreglaba los rosales. De vez en cuando miraba a su sierva, tan orgulloso de ella, allí tumbada con su tanga, su cuerpo brillaba al sol. De vez en cuando, se untaba de bronceador y el frio contacto del spray sobre su cuerpo erizaba sus firmes pezones. Un cuerpo que simplemente parecía no tener fin -, músculos tonificados curvilínea, pequeño culo redondo y preciosas tetas que dulcemente pedían ser tocadas, masajeadas y excitadas. Su piel brillaba al sol con un brillo saludable, maravilloso. Lo mas difícil par él era tratar de mantener sus manos fuera de ella y centrarse en otras cosas.
Su largo pelo grueso caía sobre sus hombros y el sol resaltaba su rubio cobrizo, haciéndolo aún mas brillante. Definitivamente, Kim, con su ardiente actitud, había demostrado que era una pequeña fiera y a él le encantaba domarla.
Dejó su tarea con los rosales y se acercó a ella, haciendo una pausa para sacar un cubito de hielo de la jarra de agua. Lo sostuvo sobre su cuerpo, dejando que unas gotas se escaparan y corrieran hacia cada uno de sus firmes pezones. Al verla retorcerse, él sonrió con su sonrisa maliciosa. Le encantaba verla retorcerse ya fuera por agua fría o por efecto de algunos azotes.
"Es hora de que te vayas a prepararte. No quieres llegar tarde ¿verdad?"
Abrió los ojos protegiéndose del sol y le sonrió, "De ninguna manera, a menos que se demuestre que sea más divertido." Con un guiño y una risita, se levantó de un salto.
Envolviendo sus brazos alrededor de su cuello, lo besó en los labios y luego se alejó. El extendió la mano, la agarró del brazo y tiró de ella hacia él. "No te vas a escapar tan fácilmente", dijo mientras sonreía.
Se puso de pie delante de él. Mirando hacia abajo con sus hermosos ojos marrones, ella sonrió y preguntó: "¿Desea el Amo comprobar el bronceado de su chica?" El le guiñó un ojo, ella dio un paso atrás, se dio la vuelta y comenzó a deslizar su tanga. A él le encantaba ver el progreso de su bronceado, con el pretexto de asegurarse de que no se quemara. Poco a poco, se inclinó hacia adelante, depositando el pequeño trozo de tela en el suelo, luego mantuvo esa posición apoyando sus manos en el suelo para mantener el equilibrio. Ella sintió que su mano se deslizaba sobre su culo, en una suave caricia. Se inclinó, le dio un beso en la nalga derecha y siguió el beso con una firme nalgada de su mano. Una vez más, un beso en la nalga izquierda seguida por otro sonido de igual naturaleza. Ella se puso de pie de nuevo y sonrió, viendo en su culo las huellas a juego.
Kim se enderezó, se volvió hacia él, le dio un beso en los labios. "Gracias Amo, yo también te quiero", y se rió. Entró en la casa para prepararse para su noche especial y él continuó con las rosas. Iba a ser una noche que nunca olvidaría; Esas fueron sus palabras. También había dicho que era algo sobre lo que había escrito y con lo que fantaseaba.
Dos horas mas tarde, él aún esperaba en el salón, "Vamos a llegar tarde y ya sabes qué poco me gusta llegar tarde." La última vez que llegaron tarde por culpa de Kim ella tuvo sufrir el castigo. No es que fuese un castigo muy largo, pero estar arrodillada, con pinzas estratégicamente colocados en los pezones y el coño durante 10 minutos, podía parecer una eternidad.
En ese momento, Kim salió de la habitación vestida para matar. Llevaba una minifalda de cuero negro con una ranura en el lateral. Él se derretía cada vez que ella se la ponía, que mostraba sus piernas largas y sexy. La falda se ceñía sobre su delicioso, apretado y apretado culo, tanto que le apetecía azotarlo ahora mismo. Una blusa de seda blanca sin mangas con los hombros pidiendo a gritos ser mordisqueados, medias negras con portaligas y tacones de aguja negros que hacían que sus piernas pareciesen aún más largas y más sexy.
Se puso de pie frente a él, con una sonrisa de oreja a oreja, permaneció inmóvil, la espalda recta, los hombros hacia atrás, la cabeza hacia arriba, a la espera de su aprobación. Él la revisó, orgulloso como era habitual - era raro que ella lo decepcionara. Podía ver que no llevaba sujetador, como era natural, sus pezones estaban duros y se marcaban a través del material transparente de la blusa. Caminó alrededor de ella lentamente mientras ella permanecía inmóvil con los brazos en los costados, mirando hacia delante. Mientras caminaba alrededor y volvía a mirarla, deslizó una mano bajo su falda. Luego, un dedo se deslizó desde el interior de su muslo hasta su suave y depilado coño, una sonrisa se dibujó en su cara. Su dedo se deslizó entre sus labios, cálidos y húmedos, serpenteó entre ellos y los separó. Se inclinó hacia ella, rozando sus labios sobre los de ella, mientras cogía el collar que le había regalado cuando decidieron formalizar su relación. Colocó el collar alrededor de su cuello y la ató. Dando un paso atrás y mirándola una vez más, estaba muy encandilado con su belleza, orgulloso de tenerla entre sus brazos.
De nuevo, dio un paso adelante, tan cerca que podía oler su perfume, ella inhaló su aroma. Podía sentir el calor de su cuerpo, tan cerca y tan lejos. Él puso un dedo en la barbilla, le inclinó la cabeza hacia arriba, y la miró profundamente a los ojos, ambos sonreían. Cualquier extraño habría percibido la química entre los dos, lo bien adaptados que estaban. Sus labios rozaron los de ella, provocándola con su boca, acariciando sus comisuras, deteniéndose un momento, y luego con mas entrega, finalmente, besándola profundamente, abrazándola. La tomó de la mano y la llevó hasta la puerta.
La aventura aún no había empezado. Ella seguía sin saber a dónde iban, qué habría allí, lo que estarían haciendo. Cada vez que le preguntaba sobre qué pasaría esa noche, él seguía hablando como si no la hubiera oído. Guardaba celosamente todos los detalles de esta noche. Realmente quería sorprenderla, era su aniversario y ella estaba muy emocionada. Podía verlo en sus ojos y en sus movimientos. No podía dejar de reírse de entusiasmo y curiosidad, al igual que una niña, le encantaba la emoción y el misterio, y a él le gustaba sorprenderla, haciéndola sentir especial.
Después de media hora conduciendo, él sacó un antifaz de su bolsillo y se lo dio. Ella lo entendió, se lo puso sobre los ojos, cuidando de no estropearse el maquillaje ni el peinado, la tomó de la mano y continuaron el viaje, su entusiasmo se disparaba.
No mucho tiempo después de que sus ojos estuvieran cubiertos, el coche redujo la velocidad y se detuvo, esperó pacientemente mientras él se bajaba, le abrió la puerta, la tomó de la mano y la ayudó a salir del coche. A Kim el corazón le latía frenéticamente, pero confiaba en él por completo, sin reservas. Antes de llegar a la puerta, la detuvo y le puso la correa, su corazón se aceleró un poco más con la emoción. Ahora podía oír música y voces, pero seguía sin tener ni idea de donde estaban. En realidad no importaba, ella sabía que él había previsto lo que iba a suceder, siempre lo planeaba así, teniendo un especial cuidado de su chica. La emoción era evidente, incluso entre sus piernas, cada vez se sentía más húmeda.
gspotter | 15/08/2015 11:39
Muchísimas gracias por el comentario y por tomarse el tiempo en leerla