Hace tiempo que no nos vemos, que nuestros cuerpos no se rozan... pero ayer, cuando pasé al lado de aquella mujer cuyo perfume me llevó a ti.
Ese perfume afrutado que me llegaba al abrir la puerta de tu casa y que me recibía junto con tu sonrisa, esa sonrisa que besaba nada más cruzar el umbral mientras te arrinconaba contra la pared y mis manos recorrían tu cuerpo.
Recuerdo como luego me cogías dulcemente de la mano y me llevabas a tu dormitorio, donde nos desnudábamos sin dejar de besarnos, sin dejar de recorrernos mutuamente con caricias y saliva.
Recuerdo cuando mi lengua se encontraba con tu sexo, palpitante, húmedo, ardiente... y como me pedías que no parara hasta que te corrías. Luego subía con mis besos por tu barriga, tus pechos, tu cuello y nuevamente tus labios... para penetrarte, en ese momento en el que nuestros cuerpos se hacían uno mediante un jadeo conjunto.
Mi sexo aún recuerda la calidez del tuyo, y como susurrabamos y jadeabamos.