Vivía de alquiler en un edificio que tenía varios portales con un mismo garaje, la mayoría de los días coincidía en el garaje con un vecino de otro portal, treinta y tantos, alto, muy guapo, buena planta, simpático. El iba con su Audi A3 color dorado y matrícula de Madrid. Me gustaba verle, salía siempre de traje y corbata. A veces cuando volvía de trabajar me lo encontraba pero ahí ya siempre llevaba la corbata en la mano. Muy educado me saludaba siempre.
Una mañana iba a coger mi moto y él estaba realmente imponente, nada más verle pensé: ¡qué bueno estás! Me miró y se rió. ¡Mierda! Lo pensé en voz alta, me puse rojo como un tomate, intenté disculparme pero solo titubeaba sin ser capaz de articular una palabra; mientras, él sonreía pero como sin darle más importancia. Bueno, ¿qué podía hacer? empecé a salir todos los días 10 minutos antes y a volver más tarde para no coincidir. Que vergüenza pasé.
Una tarde de sábado venía de la playa y allí estaba él en el garaje limpiando su Audi. Solo llevaba un pequeño pantalón de deporte de corredor en color negro, además estaba sin camiseta, la tenía sobre el volante. Pasé discreto sin saludar para no llamar la atención y me dice: ¡Adiós vecino! Llevo tiempo sin verte ¿todo bien?. Muy simpático y agradable como siempre. Y yo mirando ese cuerpazo con solo un pantalón de deporte como única prenda de vestir. Otra vez me pongo rojo como un tomate. Otra vez que se ríe. -Tranquilo hombre, que no pasa nada, me dice. Yo solo llevaba una camiseta y el pantalón de deporte, ni bañador ni tampoco calzoncillo.
¿Te gusta lo que ves? Me pregunta. Sabes que sí, le respondo, y mucho, en eso se saca la polla por una de las perneras y arquea las cejas. No dejo de mirarle, pero tampoco reacciono, se me acerca y coloca mi mano en su polla, está dura, muy dura. Decido bajarle el pantalón y tocarle los huevos y el culo, bien prieto. Él me quita la camiseta y me empieza a meter mano, me baja el pantalón y me sienta en el maletero de su A3, nos miramos y empiezo a mamar su polla, era velludo sin llegar a oso, con una piel muy suave y el olor a sudor me tenía a 1000. Le oigo gemir mientras se la mamo hasta que dice: para que me corro...
A continuación me la empieza a comer y a chuparme los huevos. Allí estábamos los dos desnudos haciéndonos unas mamadas y mirando de reojo por si venía alguien, la situación no podía ser más morbosa. Empezamos a masturbarnos hasta que nos corrimos, primero yo y a continuación él, me corrí en su mano y a continuación él también. La leche se le escapaba de la mano dejándola caer por su pubis. A continuación se limpió con un trapo. Nos dimos un morreo y nos fuimos cada uno a su portal. No sé cual de los dos llevaba esta vez la sonrisa más grande.