Así se iban pasando los días, por un lado con la monotonía del trabajo, y del día a día, y por otra con la ilusión de que al menos el desayuno alegraría el mi cuerpo y haría volar mi imaginación. Durante unos seis meses, las cosas eran casi siempre iguales.
Los lunes hablando de como nos había ido el fin de semana, que si había ido con su novia de chuletada/asadero con unos amigos, que si había ido a ver tal peli al cine, que si a la playa de la Tejita para poder hacer topless con la tranquilidad de no encontrarse con muchos mirones y para de vez en cuando bañarse desnuda con su... novio... si... esa palabra que me decía y era como el bromuro que daban en los cuarteles para evitar que hubiera problemas con los reclutas, y le bajaban la libido.
Yo pues que en casa viendo el futbol, o a comer en casa de la suegra. Los martes, miércoles y jueves, nos contábamos las cosas habituales de dos personas que van cogiendo confianza.
Que si ya en casa la monotonía se había instalado, que si el trabajo era una bendición por tener en época de crisis, pero que era un medio de vida no que era la vida. Que si su novio salía demasiado con sus amigos, que parecía que aún no había madurado, que si pensaba en tener niños pero más adelante, que la madre de su novio no se metía en nada. Que veía bien los intercambios de pareja, que usaba tanga, que su novio iba mucho al tema sin dar rodeos, sin jugar, es decir un egoísta en el tema del sexo, es decir teníamos gran confianza, aunque yo intentaba darle opiniones, consejos, puntos de vista de ya una persona que no peina canas por que soy calvo, pero que ya tiene algo de experiencia. Sobre el tema del sexo con su novio intentaba no opinar en primera persona, pensaba que no me podía comparar con un joven de gym de 29 años, moreno, alto, con pelo... jjaja.
Los viernes era el peor día, para poder verla. Si es una contradicción, es el día que todos queremos que llegue, para poder hacer algo distinto el fin de semana, pero para mi era el que casi solamente la podía ver con el rabillo del ojo, o incluso me servia Antonio en vez de ella, era el de muchísimo más movimiento, y "El Barraquito" se petaba como diría un moderno.
Era época de impuestos, y en el trabajo teníamos que preparar muchos datos para dar a la asesoría. Decidimos planificar el trabajo, quedándonos algunas tardes. Se lo dije el martes a Julia, que me quedaría a trabajar, que pena que no estuviera ella por la tarde, que Antonio no era lo mismo..jjaja, . Llegó esa semana, el lunes
Continuará