Estaba de mudanza en agosto, hacía un calor terrible, mis amigos estaban de vacaciones y pensé que podría yo solo, pero se me estaba haciendo muy cuesta arriba. ¿De dónde había sacado yo tanta caja y tanto trasto? Estaba a punto de echarme a llorar superado por toda la situación, no me iba a dar tiempo a limpiar y colocar las cosas, cuando se abre la puerta del ascensor y sale mi nuevo vecino. Pasaba de los 50 pero se conservaba muy bien, pelo blanco y gris, atractivo, buena planta, simpático, bien vestido sin ser pijo.
Me saludó, como me debió de ver que enseguida se ofreció a ayudarme con las cajas y todos mis trastos, al minuto vino con una bandeja, traía 2 vasos de 7up con mucho hielo, ahí ya me relajé y cambió mi perspectiva de la mudanza. Cuando entramos las cajas y empecé a abrirlas le dije que ya podía seguir solo limpiando y colocando. Nos presentamos, nos miramos a los ojos, nunca había visto unos ojos tan verdes, para decirme a continuación: -Pasa esta noche a cenar a casa, decliné la invitación por educación y me volvió a insistir ya que también vivía solo y no había problema.
A las 9 toqué su puerta con los nudillos, llevaba pan y helado para el postre, previamente me había aseado, llevaba un pantalón corto muy informal y una camiseta. Cuando me abrió la puerta el llevaba un pantalón corto de deporte y una camiseta sucia de cocinar, me invitó a entrar mientras se dirigía a cambiarse de camiseta. No te preocupes, le dije. Enseguida apareció con una camiseta blanca, tenía la mesa perfectamente puesta, había una ensalada y algo de picoteo. Me enseñó la casa mientras hablábamos de todo y de nada.
En la mesa yo sudaba como un pollo, me disculpo por el calor, me tranquiliza que no pasa nada, que me ponga cómodo y me quite la camiseta si quiero, me la quito y el hace lo mismo, tiene un buen cuerpo, se nota que se cuida, veo que se desabrocha el pantalón, -es que en casa suelo estar en calzoncillos, me dice. Yo también, respondo y nos quitamos los pantalones, nos quedamos en calzoncillos, él un calvin klein negro y yo un slip ajustado con muy poca tela, marcandome bien. Cenamos mientras hablábamos e íbamos cogiendo confianza. A la hora del postre me levanto para recoger y servir el helado, nos rozamos y nos miramos.
Sin darme cuenta le estaba pasando mis manos por su pecho, las gotas de sudor resbalaban y él me besa, empezamos a acariciarnos y a meternos mano, su polla iba creciendo y la mía ya descontrolada se me sale del slip, me lleva de la mano a la cama y me la empieza a comer, que placer! El sudor me caía encima, estaba disfrutando como un poseso. Me toca a mi, estamos empapados y se la empiezo a comer, una polla no demasiado grande pero sí muy gruesa, deliciosa, le oigo gemir y me tumba boca abajo en la cama.
Empieza a masajearme la espalda mientras siento como su polla y sus huevos se rozan entre mis nalgas, me empieza a morder los hombros y lamer mi cuerpo, esa lengua traviesa no deja un centímetro de mi cuerpo sin recorrer, le digo que pare porque me corro, lleva su boca hasta mi polla para que me corra dentro, le suelto toda mi leche mientras le como la suya, me avisa que se corre, la saco de mi boca mientras le chupo los huevos y se corre en su torso. Me tumbo sobre él mientras su leche se pega a nuestros cuerpos. Que bueno!!!
Nos relajamos, nos limpiamos y desnudos nos tomamos el helado, no puedo dejar de acariciar sus huevos y su polla ya flácida. Me ofrece ducharme a lo que acepto ya que no sé donde tengo mis toallas. Nos despedimos con un beso, no sin antes decirme: -Ven siempre que quieras. Le digo que le tomo la palabra, pero la próxima vez en mi casa.