Durante unos pocos segundos el silencio invadió el habitáculo del coche. Era un silencio no de cobardía, sino de reflexión, de saber que quizás del próximo comentario se podía encender una llama, que acabaría en incendio, o no, y si era un no, la amistad también desaparecería, o se vería seriamente comprometida... en esas dudas y pensamientos al menos estaba yo.
Seguimos subiendo por la autopista hacia La Laguna. Ante la inseguridad, comenté... "Julia, mira que ha cogido auge, ahora esta llena de gente que sale de tapas y cañas. tiene mucha más vida que Santa Cruz... ", vaya bobería pensé, pero al menos salimos de este silencio tan incomodo ... " pues sí, contestó Julia, ahora La Laguna está muy bien"... joooo que poco juego me da pensé, así no hay quien pueda relajarse... así lo confirmaba mi pene, mis manos humedas, y esa especie de hambre o molestia que sientes en el estómago que sucede de manera inesperada, cuando tienes ganas de explotar, de gritar, de sacar tus sentimientos, de abrirte en canal, pero que cierras la boca para que no salga nada... !!!!que malo para el corazón¡¡¡¡¡ procuren no hacerlo.
LLegamos a la rotonda del Padre Anchieta, giro y para La Esperanza. " Pepo, no seas cobarde, que puedes perder, ataca, dile algo... que vas a llegar a la casa y como no le pidas un vaso de agua, nada más vas a ha conseguir... ", eso me decía el diablo que nos sale en el hombro izquierdo... el angelito del hombro derecho me decía " Pepo, lo estas haciendo muy bien, eres su amigo, ella confía en ti, por eso no le importó que la subieras... no la cagues..", bueno con esa lucha entre seres celestiales me encontraba, cuando de mi boca salieron sin pensar unas palabras como estas... " jajaj, por aquí me ponía yo en su época a ver aviones y a comer hamburguesas, pero hamburguesas era lo menos que comía jaaj... ". "Pues vamos a ver si vemos alguno ahora aterrizar... " dijo Julia. Y di un volantazo instintivo y automático hacia esos caminos en la montaña que esta debajo de la antigua torre de control de Los Rodeos y que los de mi época tanto conocimos.
Ya mi Carlitos quería escapar, ya no daba más de si, y encontraba esa maldita cremallera, y la dureza de los vaqueros para poder sacar el periscopio, hacia el mar del deseo.
Los caminos ahora casi ni existen. Encima con la lluvia todo era barro, que bien la compra de un coche alto y con tracción a las cuatro ruedas... pensé.
En esos momentos la lluvia, el vaho, la ansiedad, la calentura, el deseo, ... hacía que buscara ese camino, casi que lo escudriñara... en esos momentos ya Julia tenía fija su mano izquierda en mi nuca, y seguía con un masaje, suave, delicado, sensual, ¡¡¡¡¡Vivan los masajes!!!!!, las manos son unos miembros que en el placer y el sexo son imprescindibles, y que bien usadas son ...
Encontre un desvio, una subida, un camino... , en ese momento un paraíso.
Aparque, bueno más bien lo paré cuando ya me pareció suficientemente aislado de la carretera, y de las posibles miradas indiscretas, había algún coche mas o menos cercano, pero que con el vaho y alguna ropa tapando las ventanas, indicaba que no nos molestarían que ya tenían bien enfocada la pista de aterrizaje y los aviones jajaj.
Nada más detener el coche, y asegurarme que el cambio estaba bien puesto... me refiero en este caso al del coche, puse mi brazo izquierdo sobre los hombros de Julia. Tire suavemente hacía mi, ella se dejó caer sobre mi sin resistencia. La tenía pegada a mi, junto a mi... a Julia.
" A ver si vemos aterrizar alguno, podíamos haber comprado hamburguesas para comer... ", dije, "bueno me puedes comer a mi ... " dijo Julia, mientras se levantaba de su posición y me miraba fijamente...
Tomé suavemente, pero con determinación su barbilla, y la acerque a mi. Nos dimos un beso entre gemidos, un beso fuerte, enérgico, intentando que la lengua de cada uno saliera victoriosa de la lucha, que los labios sintieran el roce y el calor de los del otro. Nos abrazábamos fuertemente, pero un poco ladeados, por culpa de la situación de los asientos del coche... "Espera Julia, que voy a darle a los asientos para atrás... ", mientras tanto Julia se quitaba el abrigo... y debajo asomaba una camisa vaquera de botones, donde sus dos preciosos pechos que tanto había imaginado tener entre mis manos, en mi boca, se mantenían aprisionados pero generosos, y una falda corta con unas medías negras, que se perdían entre las botas altas.
Me volví a acercar a ella, volvimos a besarnos, esta vez ya un beso mucho más tranquilo, húmedo, pero sin gemidos. De pronto Julia tomó el mando...
Me tiró sobre los sillones, ...