-
| 15/02/2012 13:56 | 75 veces vista
Cuando Alfred Kinsey (1894-1956) se dedicó a recolectar historias para el archivo sobre el comportamiento sexual de mujeres y hombres, en el que basó sus pioneras investigaciones recogidas en el Informe Kinsey, llegó a acumular 18.000 testimonios mediante entrevistas y tuvo que usar el servicio de Correos de Estados Unidos para hacerse con el material gráfico, lo que acabaría costándole un juicio por distribución de material obsceno.
Los doctores Ogi Gas y Sai Gaddam, autores de A Billion Wicked Thoughts, han estudiado el comportamiento sexual secreto de más de cien millones de hombres y mujeres del mundo entero, gracias a un método que le habría provocado un orgasmo al mismísimo Dr. Kinsey: Gas y Gaddam se dedicaron a observar lo que hacía la gente detrás del anonimato que ofrece Internet.
Atención al muestreo: un billón de búsquedas, un millón de páginas web, un millón de videos eróticos, un millón de relatos eróticos, cinco millones de anuncios personales clasificados, y docenas de miles de novelas románticas digitalizadas. Ni más ni menos.
Investigadores de la Universidad de Boston, los jóvenes Gas y Gaddam colaboraron con el Ministerio de Defensa de Estados Unidos, el Laboratorio Lincoln de Biodefensa del MIT y Hewlett-Packard antes de unir sus fuerzas para acometer este estudio titánico, en el que combinaron la información sobre el comportamiento erótico online con avanzados métodos de las neurociencias para analizar billones de datos sexuales sin una agenda previa, dispuestos a seguir el camino que marcaran los propios datos. He aquí algunos de los resultados:
◦A los hombres heterosexuales les gusta el porno de transexuales, las escenas con penes grandes y las fantasías en las que su mujer se acuesta con otros hombres.
◦Los hombres prefieren a las mujeres con sobrepeso que a las delgadas.
◦Las mujeres prefieren los relatos a las imágenes, aunque aquellas que prefieren las imágenes suelen tener más apetito sexual, son más agresivas socialmente y se sienten más cómodas asumiendo riesgos.
◦Las mujeres disfrutan con la lectura de escenas en las que dos hombres de aspecto masculino tienen relaciones sexuales.
◦Los hombres suelen buscar videos eróticos de mujeres entre los 50 y 60 años.
◦Los hombres gay tienen intereses sexuales online casi idénticos a los de los hombres heterosexuales (interés por parejas mayores y con sobrepeso, fetichismo por pechos, culos, pies y penes, sexo anónimo y sin emociones).
◦El cerebro masculino moldea sus intereses sexuales en la adolescencia y rara vez cambia, mientras que los intereses sexuales de las mujeres son dinámicos y cambian con frecuencia a lo largo de sus vidas.
¿Más perlas? En los hombres, las excitaciones física y psicológica están unidas, mientras que en las mujeres la excitación psicológica está separada de la física. El cerebro del hombre es capaz de transformar un solo estimulo en excitación, mientras que el cerebro femenino necesita múltiples estímulos para llegar al mismo estado.
Por eso, una sola escena de sexo explícito es capaz de lograr una erección y los hombres no entienden por qué una porno para mujeres debe tener historia y guión. ¡Oh, misterios divinos ante mis ojos revelados!: a ellos les gusta el porno (100 millones de hombres vieron porno on line en EEUU y Canadá en 2008) y a ellas, las novelas románticas (67, 3 millones de mujeres leyeron novelas románticas on line en el mismo periodo y territorio).
Desde luego, yo no tengo ni idea de neurociencias. Pero la ambiciosa investigación de Gas y Gaddam tiene el mérito incuestionable del atrevimiento. Celebro que existan dos científicos incómodos ante el hecho de que hayamos construido "un acelerador de partículas del tamaño de una aldea y aparcado un cochecito espacial en Marte, mientras seguimos en las tinieblas con respecto a hechos sexuales tan básicos y tan intrínsecos a la experiencia humana". Al pobre de Kinsey -juzgado, perseguido y tildado de pervertido por sus detractores- han tardado en llegarle seguidores.