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Allí estás a dos manos, sujetando mi polla, y meditando por dónde vas a comenzar a comerte algo tan grande. La ves delante de ti, afeitada, sabrosa y te lanzas sobre ella, y comienzas a saborear el glande. Dios, qué ganas te dan de morderla, de comértela a bocados, pero instintivamente la chupas, la lames, e intentas meterla toda en tu boca, mientras me masturbas. Cada vez te parece más y más grande, cada vez está más dura. Yo te quito las manos, y te digo que pares. Con una mano agarro mi polla y con la otra mano agarro tu cabeza, y te uso como instrumento para darme placer. Acerco mi polla a tus labios y comienza a acariciarlos con la punta de mi pene, no puedes evitar que tu lengua salga a lamer ese pene tan rico, y cuando eso sucede la meto en tu boca, y la saco y sigo jugando con tus labios.
A estas alturas los cristales comienzan a empañarse, y ya no hace frío en absoluto. Así que te digo que quiero follarte las tetas, y tú obediente las aprietas fuertes contra mi polla para masturbarme. Yo soy alto, y mis brazos largos, así que alcanzo tu entrepierna, y te froto por encima de la braguita. Estás mojadísima. Pero no mojada como estás ahora, mientras lees mi relato, sé que ahora tienes los pezones sensibles, y sientes un hormigueo en tu coño húmedo, pero no es esa la sensación del coche. En el coche tus pezones rezumarían leche si pudiera, porque están que estallan, y tu coño chorrea literalmente, tus braguitas están empapadas y cuando notas que comienzo a frotar tu clítoris te pones a jadear como una perra. Cierras los ojos, disfrutando de la experiencia, tienes mi polla durísima entre tus pechos y el coño chorreando de placer mientras lo froto, y tú jadeando. Antes de darte cuenta ya me estás pidiendo que te folle entre los jadeos. Fóllame, métemela ya!
Así que me siento bien, me desnudo delante de ti para estar más cómodo, y tú aprovechas para hacer lo mismo. Los cristales empañados del todo, y ya comienza a hacer calor. Te sientas a horcajadas sobre mí, y yo pongo la punta de mi polla en tu clítoris, y comienzo a frotarlos, mmmm q sensación! Tus pechos caen sobre mi boca, y yo no eludo la oportunidad de comerlos. Tú sigues jadeando, y no paras de pedírmelo, métemela, métemela. Pongo mi polla en la entrada de tu vagina, abro un poco los labios que se abrazan a mi glande, y te penetro. Así te quedas sentada sobre mí, ensartada, y chorreando. La polla es grande pero entró con suma facilidad porque estás cachondísima, y super mojada. Tú misma comienzas a cabalgarme, tienes una gran facilidad para galopar sobre mí, porque la postura te lo permite. Mi boca se comen tus pechos, tu chocho se come mi polla, mis dedos acarician tu espalda sudorosa, y mi otra mano comienza a jugar con tu culito. Mojo un dedo en los fluidos que segrega tu vagina y provecho ese lubricante natural para jugar con tu culito. Tú estás nerviosilla porque no sabes si seré delicado o no con tu culito, pero tu cuerpo está totalmente centrado en cabalgarme. Yo mientras hago círculos en tu culo yte clavo el dedo con suavidad. Cada embestida que haces sobre mi rabo te clavas un poquito más el dedo en el culo, y para cuando te das cuenta estás siendo doblemente penetrada, tu coño por mi polla, y tu culo por mis dedos. Ya no te preguntas cómo es posible que estemos follando tan rápido, si ni tan siquiera te he comido el coño, pero no hizo falta, mis palabras, mis cumplidos al penetrar en ti te iban poniendo más y más cachonda, y por eso estabas preparada tan rápido. A estas alturas estábamos los dos sudorosos. La ventana chorreaban goterones por dentro, de la condensación del sudor en el interior del coche. Así que bajamos una ventana para recibir aire fresco. Es tu momento de reposo, para recuperar fuerzas antes de seguir gozando. Haces cuentas y te preguntas cuánto tiempo más aguantará mi polla antes de correrse, cuando de pronto, sientes algo diferente, mi polla ya no está en tu coño, ahora está en tu culito, sientes cómo el glande se pelea con tu culito para entrar. Mis manos son grandes y fuertes, te sujeto por la cadera con mis manos para clavarte mi polla en el culito, y con mis dedos gordos te froto el clítoris. Te gusta tanto cómo te froto el clítoris que temes correrte en ese momento, y en tanto lo estás pensando se relaja tu culito y te atravieso con mi polla. Mmmm qué placer! Sé que es muy grande, y por eso son tus gemidos, pero da gusto sentirla dentro. Estás a mi merced y te lo hago saber, te estoy comiendo los pechos, frotando tu clítoris y follando tu culo al ritmo que te marco con mis brazos.
Al principio la sensación de placer al frotarte el clítoris se contrarresta con la extraña sensación de tu culito, una sensación de dolor mezclada con una sensación de incontinencia, y eso evita que te corras en ese mismo instante. Pero con el paso de los minutos tu culito cede, y ya no sientes nada raro, sólo sientes placer, tanto en tu culo como en tu coñoy tus pechos. Estás preparada para correrte, bastaría con soplarte en el cuello para que te corrieras, pero de momento disfrutas de ese estado, y quieres prolongarlo todo lo posible.
Nuevamente escuchas mi voz dulce, cálida, que te susurra: me voy a correr dentro de tu culito, voy a darte toda mi leche. Y eso detona la bomba que llevas dentro, sientes que te viene el orgasmo, quieres que coincida con el mío pero ya es demasiado tarde, lo sientes que aumenta de intensidad y comienzas a golpear mi polla con fuerza, apretándola con tu culito. Tu coño escupe chorros de jugos vaginales y tus pechos no pueden estar más sensibles. Tu orgasmo se está prolongando más de lo normal y sientes que me corro, mi leche sale disparada dentro de tu culo, y sientes su calor, y aunque parezca mentira se incrementa el clímax de tu orgasmo. Me golpeas con tu culo, con fuerza, como para exprimirme como a un limón en tu culo, y hacerte así con hasta la última gota de mi semén. Te das cuenta de que estabas jadeando con fuerza, de que casi gritabas. Eres feliz, y me lo agradeces comiéndome la boca de forma apasionada.
Allí quedan nuestros cuerpos, sudorosos, ardientes, relajados, abrazados, acariciándonos y besándonos mientras la suave brisa que entra por la ventana refresca nuestros cuerpos, y a todo esto, con el bello panorama de la Vega Lagunera al fondo.
Por suerte para mí, fueron varias las veces que pude follar así en mi lugar favorito de la Mesa Mota, y aunque a veces la chica no se sentía capaz de que le follara el culito, no importaba, porque aquél coño hambriento me colmaba de placer. Pero la escena era siempre muy parecida a lo que te he contado, y la profunda pena que me queda es que en ninguna de aquellas ocasiones fueras tú mi compañera. No te imaginas cómo deseo seducirte y hacerte la protagonista de mi relato.
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