dandyfetish
| 10/05/2019 19:18 | 1273 veces vista
Acabo de leer en un blog de sexualidad sobre una práctica llamada “petting” (relaciones sexuales basadas en besos, caricias, magreo, toqueteo y masturbación). Lejos de ser un tema de adolescentes hay bastante gente aficionada a esto, pues te lleva a explorar otro tipo de sexo más sensorial. A mi la verdad es que me ha gustado bastante la idea por lo diferente, Morbosa y porque puede abrir la puerta a otras prácticas que no sean acabar en un mete saca de toda la vida. Alguien lo ha practicado como tal o siente la misma curiosidad que yo? Les pego un fragmento del texto que leí:
¿Qué es exactamente el “petting” y por qué es una erótica en sí?
Pues bien, el “petting” es una de las contramedidas contra esa primacía del coito como fin último. El término guarda relación con el verbo inglés “to pet” que significa acariciar, mimar, darse arrumacos, por lo que “petting” es lo que hacemos cuando realizamos estas acciones.
A eso se le llamaba, cuando yo llegué a España (que, aunque ya hace tiempo, era un poco posterior al “Siglo de Oro”), “magrearse” o “pegarse el filete” y consistía en primar las caricias y los besos, no necesariamente en zonas erógenas primarias aunque también, vestidos o desnudos, atreviéndose con la masturbación pero sin “llegar a más” (como si hubiera un “más”…).
Algo así como el descubrir plácida y placenteramente la geografía corporal de tu amante satisfaciéndose en ese propio descubrir sin que por ello se negara la obtención del orgasmo. Eso es básicamente el “petting”; tocarse, besarse, acariciarse por el propio placer y motivación de hacerlo sin que todo eso sirva de mera preparación para la erótica de la penetración que es evitada.
Este tipo de relación erótica, “completa” en sí misma pues estimula toda la respuesta sexual humana, ha sido vista hasta hace poco como algo propio de primerizos que, por miedo o desconocimiento, no son capaces de dar un “paso más” (como si tuviera que haber un “paso más allá”…), pero últimamente ha sido redescubierta y encumbrada como una erótica propia y sumamente recomendable. Esta puesta en valor se ha producido por la conjunción de una serie de factores que explican muy bien nuestros actuales miedos y las variaciones en la comprensión de nuestras sexualidades