La Cascada

ivantf75 | 17/02/2012 19:18 | 69 veces vista
Para alcanzar tu corazón no necesito un bisturí, sólo me hace falta una pluma. Para atravesar tu corazón no requiero de una flecha, me vale con unos versos. Para hacer que exhales mi nombre en una muestra de profundo placer me da y me sobra con una sola palabra. Cuando nuestros cuerpos se fundan de la forma más íntima y sensual que puedas imaginar, mis labios estarán a la altura de tu oído para decirte: ¡Ahora!

Mi relato es un hormiguero, y cada palabra una hormiga, que buscará el camino más certero hasta tu interior. Sí, eso es el hormigueo que sientes en tu vientre, ese dulce cosquilleo que te invade al leer mis relatos. Las ideas se introducen y anidan en tu mente y te invade el deseo. Una sonrisa se marca en tu rostro y en tu sexo un cosquilleo.

Mis dedos ardientes están cargados de pasión. La teclas se derriten cuando las pulso y opto por dejar fluir mis pensamientos para que cobren forma por sí mismos. ¡Te deseo! Qué más da la hora o el día, ¡te deseo! Desde el primer momento en que leí tu nombre, desde el primer instante en que te vi, ¡te deseo!

Tú eres el genio y la lámpara mágica, frotaría tu cuerpo y mi deseo seguirías siendo tú. Tú encierras el aceite y la llama, y yo sería la chispa que te enciende. Prende mi amor e ilumina mi alma, que te llevo sobre mi alfombra mágica al reino de los sueños, a escenarios salvajes donde podamos ser libres. ¡Te deseo!

Sé de una cascada encajada entre dos paredes, flanqueada por varios riscos, a mitad de un barranco. Una cascada rodeada de pinares en plena alta montaña. Una cascada de aguas cristalinas que refrescará nuestros cuerpos cuando el sol haga por sofocar nuestro amor. La cascada descarga su furia entorno a los mil metros y en su base reina la calma, y en la calma reposan nuestros cuerpos.

Sé que en ocasiones los nervios te pueden. Sé que en tu mente se libran batallas, y que no sabes si rendirte y dejarte llevar por la corriente o ser racional y enfrentarte a lo que te pide el cuerpo. Y es que el cuerpo es sabio al no entender de mañanas, para el cuerpo sólo existe hoy, sólo tiene sentido el ¡ahora!.

Y allí estamos en un oasis verde en las alturas, con un lecho de helechos sobre el que tu cuerpo y el mío son uno. Quién necesita agua, pudiendo saciar toda mi sed directamente de tus labios. Sé cómo reacciona tu cuerpo a mis besos, sé que la humedad te inunda. Pero es que me encanta comerte la boca. Me gusta acariciar tus mejillas mientras descubro en tu mirada la pista que me conduce a la victoria. Y es que mi deseo es que dejes de luchar y me beses. Bésame y luego dime que no si te sientes con fuerzas. Cuando mis labios hagan a los tuyos prisioneros, cuando tu lengua sea capturada y mi respiración se enfrente a la tuya, entonces me pedirás una tregua. Pero yo no busco una tregua, yo quiero una rendición sin condiciones y grabaré con mi lengua en tu cuello el tratado de la paz. Y lo refrendaré en tu oído. ¿Acaso dudas cuál será el resultado de tu consulta? Un sí mayoritario me abrirá las puertas que me llevan de frente a tus pechos.

Mmmm no sé por qué has tardado tanto en decidirte por lo que era un hecho consumado desde que las estrellas surcan los cielos. Cuando mis labios tantean tus pezones no te queda duda de que eres mía, cuando sientes la dulzura que envuelve a mis delicados besos no puedes evitar que, acogida en el seno de la naturaleza, quieras que mi ternura se transforme en pasión salvaje.

No deseas que te lleve en brazos a la alcoba, sino que deseas que te arrolle como si fuera un tren de mercancías. Quieres que tu sexo sienta el traqueteo que sólo miles de toneladas de puro acero pueden provocar. Sí, acomódate en tu asiento. Si me lees sentada acomódate porque ahora es cuando el suelo comienza a moverse, cuando por tus piernas suben las caricias que alcanzan tus muslos despertando las ganas de tener un orgasmo en plena lectura.

¿Sabes a qué huelen los helechos? ¿Sabes cómo es la fragancia que nace del agua que golpea en la roca y se mezcla con los helechos que aplastan nuestros cuerpos? Es una fragancia muy natural, que carga de sensualidad el momento, y es un puntito más que me lleva a ponerme bravo contigo y morderte los pezones. Mmmm cómo me gusta disfrutar con intensidad de tu cuerpo, te chupo, le lamo, pero a la vez te devoro, provocando una placentera sensación de dolor en algunas partes de tu cuerpo.

No necesitamos lubricantes, y es que si ya te sientes mojada al leerme, no te cuento cómo estarás cuando tu cuerpo sea víctima de mi apetito por ti. Cuando tire de tu pelo hacia atrás para exponer tu cuello, y lamerlo desde los pechos hasta la oreja, Cuando muerda el lóbulo de tu oreja y acto seguido lo lama y te diga lo que ya sabes. ¡Ahora!

Y es que mientras te tengo atrapada por la cabellera mi lengua recorre tu cuerpo, bajando desde tus pechos hasta tu ombligo. Es una pasada cuando sabes que la boca está tan cerca de tu coño, y sientes el cosquilleo interior mezclarse con las cosquillas propias del abdomen cuando recibe ciertas atenciones. Hago la pausa justa para que aumente tu deseo, y luego me sumerjo en el manantial que brota de tu entrepierna. Qué delicia saborear todo tu sexo, mientras te retuerces sobre las hojas frescas de los helechos.

De niño, en verano, en la finca de mis abuelos había varios nispereros altos que se cargaban de nísperos. Eran grandes y jugosos, y al madurar eran de lo más dulce. Después de almorzar bajaba a la finca y, como en aquel entonces no tenía tanto vértigo como tengo ahora, me subía a uno de aquellas matas grandes y me acostaba en una rama a la sombra. Me ponía a comerlos directamente del árbol acompañado por mis hermanos y en ocasiones por algunos primos. Al final buscaba algún balde y recogía algunas hojas de helecheras y formaba con ellas una especie de nido dentro del balde para que al colocar los nísperos no se machacasen y se mantuvieran frescos.

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Respuestas (1)
ivantf75 | 17/02/2012 19:19
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El aroma de los helechos sumado a lo jugoso que está tu coño me trae al recuerdo el sabor de aquellos nísperos que eran un auténtico manjar. La naturaleza despierta mi instinto animal y no tardo en pedirte que te coloques a cuatro patas. Resulta espectacular la estampa, tu cuerpo desnudo cuadrado sobre el manto verde con la cascada de fondo y yo admirando toda tu belleza mientras continúo dándome un festín con tu sexo. Lamo todos tus labios e introduzco mi lengua en tu vagina a la vez que acaricio tus muslos. Sigo lamiendo hasta alcanzar tu culito arrastrando con mi lengua parte de tus fluidos.

Y vuelta a saborear tu coño, chupando y relamiendo tu clítoris, aplicando de vez en cuando la presión justa con mis dientes sobre él y así desatar una cascada de sensaciones. No puedo evitar lubricar un dedito en tu coño para luego jugar con tu culito, y así continuo devorándote, incrementando tu deseo, hasta que no puedes pensar en nada más que en una cosa. ¡Ahora!

Si mi polla estaba morcillona, no tengo más que pasarla por tu coño empapado para que se ponga tiesa, y es así que te la paso y repaso por todo tu sexo húmedo hasta que la tengo bien dura y lubricada. Y es ahora cuando la introduzco en tu vagina de un golpe seco y profundo, que te sorprende a la vez que te duele, pero te excita. Ese jadeo que se produce cuando mis huevos golpean en tu coño aviva el fuego que arde en mi interior.

Te sujeto por la cintura y separo un poco más tus piernas desplazando tus rodillas para impedir que amortigües mis embestidas, y te penetro con fiereza una y otra vez. Tiro hacia mí de tu cadera en el momento en el que mi pene alcanza el tope en tu interior. Te duele ese impacto tan profundo pero a la vez te excita tanto que te resistes a decirme que pare, pero tampoco te atreves a decirme que siga, simplemente jadeas.

Llega un momento en el que tú eres la que busca más caña empujando hacia atrás y acompasando tu movimiento con el mío, así que libero tu cintura y sostengo tus pechos, jugando con tus pezones. Los presiono con fuerza mientras follamos como animales en celo. No sé si te has corrido ya o no, ni quiero saberlo, aunque sí que he sentido cómo tu cuerpo se estremecía en repetidas ocasiones y aumentaba la intensidad de tus gemidos, pero es que lo estoy disfrutando tanto que no quiero que acabe. Y es más, quiero más. Así que saco mi polla para jugar con tu culito, la voy enroscando en abertura mientras te froto el coño con mis dedos, hasta que supero esa resistencia inicial que da paso al placer.

Aunque mis instintos me piden que te la clave con fuerza como ya hice con tu vagina, me contengo y la meto suavemente pero sin parar hasta que entra del todo, espero apenas veinte segundos para que te acomodes a la nueva situación y vuelvo a follarte con fiereza, enterrando mi polla en tu culo una y otra vez, sin parar de frotarte el coño. Qué bien se siente así de estrecho, presionada por las paredes de tu culo mientras te escucho gritando de placer y de dolor. No sé si hice bien o mal al despertar mi lado más salvaje, pero aunque la cascada se volviera catarata ya nada podría pararme.

Siento cómo tu cuerpo comienza a derrumbarse frente a mí, y un temblor se extiende por tus piernas y ya no aciertas a acompasar el movimiento. Mis embestidas te llegan de forma inesperada y notas cómo tus músculos comienzan a convulsionar. Tu estómago se encoge y la respiración pierde el ritmo a medida que te llega un orgasmo mayor del que podías imaginar. No te das cuenta pero estás gritando de placer. Mmmmm ¡Sí! ¡Sí! ¡Ahora!

Las fuerzas te abandonan y caes mientras retiro mi polla con suavidad para no hacerte daño. Buscas oxígeno en el lecho de helechos y tus pulmones se van llenando de su esencia, y yo te doy el respiro justo para que te recuperes lamiendo y soplando tu cuerpo sudoroso. Partiendo de tu culito y subiendo por tu columna vertebral hasta llegar a tu nuca. Y en el trayecto tus pelos se erizan a la vez que se te pone la carne de gallina. Me gusta ver cómo aún te siguen temblando las piernas, cómo sufres pequeños espasmos provocados por la intensidad de nuestra pasión.

Y ahí sigo yo colmando tu cuerpo de atenciones mientras froto con suavidad mi polla entre tus nalgas. Poco a poco la expresión de tu cara recobra la vida y retorna la sonrisa, y en cuanto hayas de donde no las hay, las fuerzas justas te levantas y me dejas acostado boca arriba y expuesto a tus deseos.

Quieres toda mi leche, así que te pones cómoda entre mis piernas y te dispones a mamármela. Ves mi polla y toda la zona bien rasurada, y comienzas lamiendo por debajo de mis huevos y notando el tacto especial de la piel en esa parte del cuerpo. Metes cada uno de mis huevos en tu boca y juegas con ellos, chupándolos hasta el punto en que llega a dolerme. Luego subes con tu lengua por toda mi polla y tu saliva se mezcla con el fruto de nuestro sexo. La recorres en todos los sentidos saboreándola. Después acaricias mi capullo con tu lengua, muy suavemente hasta que escupo alguna gota y puedes, por fin, catar su sabor. Luego metes mi polla en tu boca y la succionas con ganas hasta que me arrancas alguna que otra gota más. Mueves tu cabeza arriba y abajo deslizando mi polla adentro y afuera de tu boca mientras la presionas con tu lengua y le haces vacío para que se sienta más estrecha y cómoda. Aprietas con fuerza tus labios y en conjunto resulta como si me estuviera follando tu boca.

Tal y como te sujetaba de la cintura me aferro ahora a tu cabeza y llevo la polla cada vez más y más dentro de tu boca. En ocasiones llego a tocarte la campanilla provocándote pero la retiro un poco y en cuanto te recuperas continúo metiéndola lo más adentro que puedo. Ves la expresión de mi rostro y la fuerza con la que te agarro y sabes que está a punto de suceder, así que dejas que lleve mi polla hasta el fondo y sientes mi leche bajando por tu garganta, mientras todo mi cuerpo se estremece. ¡Ahora!

Querías disfrutar y probar mi lado más animal y salvaje y así lo has hecho. Y allí terminamos fundidos en un abrazo bajo la cascada, refrescando nuestros cuerpos desnudos con las aguas cristalinas y devorando nuestras almas a través de nuestras bocas.

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