Al igual que el príncipe Myshkin, estoy convencido de que la belleza salvará al mundo.
Después de un encuentro casual, descubrí el placer de desempeñar el papel de tercero, cómplice de confianza de una pareja enamorada. Guardo un dulce y excitante recuerdo de aquella velada: descubriendo poco a poco, entre sonrisas y miradas, el sensual juego de la seducción.
Después de todo, si escribo en esta página es porque comparto una.
a una de estas palabras de Anaïs Nin: «El erotismo es una de las bases del
el autoconocimiento, tan indispensable como la poesía."
Si me miro en el espejo veo a un italiano de un metro ochenta de altura, esbelto, bien arreglado y apasionado por la higiene personal.
Naturalmente, un gran defensor del amor libre, pero seguro y protegido.